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Agro. El área sembrada con soja crecería por primera vez en seis años

Se proyecta una superficie de soja de 16.700.000 hectáreas para la campaña 2022/23, lo que representa un crecimiento interanual del 2,5%.

Locales 17/10/2022 Tribuna
AGRO Soja

Según un relevamiento realizado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires la tendencia en la intención de siembra de soja para la nueva campaña gruesa es positiva, como resultado de: una mayor disponibilidad de cuadros que no pudieron implantarse con cultivos de invierno, la caída en el área destinada a otros cultivos que compiten por la misma superficie (maíz y sorgo granífero), disponibilidad de semilla, menores aumentos en los costos de producción y menor inversión por hectárea en relación con el resto de los cultivos. 

Frente a este panorama, se proyecta una superficie de soja de 16.700.000 hectáreas para la campaña 2022/23. Dicha superficie representa un crecimiento interanual del 2,5% (Superficie estimada 2021/22: 16,3 MHa), la primera expansión de área desde la campaña 2015/16, y un 1,3% por debajo a la superficie promedio de los últimos cinco años (Superficie promedio U5A: 16.920.000 Ha).    

Aunque se espera una perspectiva climática de año neutro a neutral frío a partir del mes de enero, durante la ventana de siembra del cultivo, se podrían continuar registrando lluvias por debajo de la media como consecuencia de los efectos residuales de los ciclos de “La Niña” registrados durante las campañas 2020/21 y 2021/22. Teniendo en cuenta lo mencionado, la proyección de producción para la campaña 2022/23 ascendería a 48.000.000 toneladas, un incremento interanual de casi un 11 %, equivalente a 4,7 millones de toneladas.

Situación regional
La información relevada durante el mes de agosto y septiembre reporta una recuperación del área de soja, principalmente planteos de primera. La contracción del área de fina, maíz y sorgo, una relación insumo producto más favorable para la soja respecto al maíz y la faltante de semilla de girasol, ayudarían a impulsar la expansión de la oleaginosa. Además, las perspectivas climáticas prevén lluvias durante el mes de octubre, lo que permitiría iniciar las labores de implantación sobre el centro del área agrícola. Sin embargo, algunos sectores sobre el sur de Santa
Fe, norte de Buenos Aires y el margen oeste del área agrícola podrían continuar registrando lluvias por debajo de los promedios dejando parte de los cuadros inicialmente presupuestados fuera del presente ciclo productivo.

Finalmente, durante el primer trimestre del 2023 el sistema evolucionaría lentamente hacia condiciones de año neutro, con precipitaciones cercanas a la media, cubriendo los requerimientos del cultivo sobre el centro y favoreciendo el avance de las sembradoras sobre el norte del área agrícola.

Por otro lado, se espera una contracción del área de soja de segunda sobre el centro y el norte del área agrícola producto de la caída interanual del área de trigo, donde unas 500 mHa quedaron fuera de la campaña en curso como consecuencia de la falta de humedad superficial durante la ventana de siembra del cereal de invierno.

Escenario económico
La nueva campaña 2022/23 viene influenciada por una multiplicidad de factores que impactan sobre los niveles de precios y las decisiones de los productores locales. Los sucesos dados a nivel internacional, desde lo climático, económico y geopolítico, generan un alto grado de incertidumbre que se refleja en la volatilidad sobre los mercados  de granos. Pero, por otro lado,  también a nivel doméstico se añaden otras fuentes de incertidumbre, que devienen del climalocal y la política agropecuaria que distorsionan los mercados y con ello, la decisión de producción y comercialización.

A partir de la recuperación postpandemia y el conflicto del Mar Negro, hubo una suba significativa en los precios de los commodities e insumos, lo que impactó el mercado de los aceites vegetales, en el que Ucrania y Rusia representan el 80% de las exportaciones de Aceite de Girasol. A su vez, las recientes condiciones climáticas del hemisferio norte no fueron las ideales para los cultivos de gruesa que, tras las fuertes sequías sufridas en Estados Unidos y en algunas zonas productoras de la Unión Europea, fueron mermando los rendimientos de los cultivos, incluido la oleaginosa. Algo similar ocurrió en China, otro jugador relevante en el comercio internacional de materias
primas, que atravesó un clima seco y oleadas de calor que no solo afectaron su nivel de producción de soja en algunas regiones, sino también a la generación de energía hidroeléctrica.

Todos estos inconvenientes en las cadenas de suministro se evidencian en mayores costos y menores niveles de producción lo que profundizó el proceso inflacionario a nivel mundial, en el que los bancos centrales reaccionaron con la implementación de políticas monetarias más contractivas, aumentando las posibilidades de una desaceleración económica y fortalecimiento del valor del dólar, lo cual ha generado posteriores impactos negativos en los precios de los cereales y oleaginosas.

Pese al escenario climático y económico mundial, para la campaña 2022/23 se espera un aumento de la
producción global de soja que aliviaría ligeramente la tensión de los balances. Mucho de esto dependerá, en gran medida, de las cosechas sudamericanas, donde Brasil, Paraguay y Argentina cumplirían un rol fundamental. 

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