
Spineta ahora se hizo libro de fotos, que repasan su trayectoria pública y privada
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Columna de Maxi Carranza (Nota 2).
Artes y Espectaculos11/07/2022 TribunaEl riotercerense Francisco Antonio Muñoz (78), autor de clásicos del folklore, nunca priorizó la música porque su actividad principal siempre fue en la empresa Renault de Córdoba.
“Pancho” nació en nuestra ciudad, donde hizo la primaria en la escuela General Manuel Nicolás Savio de barrio El Libertador. Por motivos laborales, su familia se estableció más tarde en Villa San Isidro, comuna situada junto a José de la Quintana. Su padre era un trabajador de Fábrica Militar y lo trasladaron desde Río Tercero a este lugar del departamento Santa María. Su madre, Nélida Elena Clos era aficionada al teatro vocacional –igual que su papá- y maestra de música. Además, Nélida daba clases particulares de piano y Pancho aprendió de ella las primeras nociones de teoría y solfeo. Francisco era el mayor de cinco hermanos y una vez que terminó el colegio secundario se fue a forjar un destino a Córdoba. En la capital provincial cursó la carrera de Geología –llegó hasta cuarto año- en la Universidad Nacional y consiguió un puesto en la Empresa Renault, allá por 1965. En esta automotriz hizo carrera y permaneció hasta 2005, cuando se jubiló con el cargo de Director de Recursos Humanos a nivel nacional.
Cuando Pancho llegó a La Docta, se encontró con una urbe en plena ebullición cultural y allí comenzó a escribir canciones. A mediados de la década del sesenta recuerda que era común ver a personas caminando a toda hora con una guitarra en la mano. Una bohemia donde el folklore era protagonista entre los estudiantes llegados de todo el país que atiborraban las peñas. “Córdoba era una verdadera ciudad universitaria y la pude disfrutar a pleno con el folklore, después llegó el rock” expresó Francisco Muñoz.
Muchachos de la gorra
Para este autor, la música estuvo en los márgenes porque su trabajo en la automotriz le demandaba bastante tiempo: “Fue una segunda actividad y un divertimento que me hacía bien. Un hobby, en vez de tener una quinta en el patio hacía canciones. De todos modos, la música me dio muchas satisfacciones y tocar la guitarra me hace bien. Comencé a escribir a principios de los setenta hasta que subieron los muchachos de la gorra”, manifestó el compositor.
Para ingresar en SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores), Muñoz tuvo que rendir un examen en la sede cordobesa de esa institución, con un jurado compuesto por Eladia Blázquez y Atilio Stamponi. En la actualidad, Pancho sigue haciendo canciones y en su trayectoria posee casi ochenta temas registrados en SADAIC. De esa cantidad, diferentes artistas le han grabado más de treinta aunque solo algunos lograron repercusión.
Cuando el riotercerense habla de “los muchachos de la gorra” se refiere a los golpistas de la última dictadura cívico-militar de Argentina. Francisco Muñoz había escrito el tema “Las razones de la gente”, que entró sin escalas en las listas negras de los títulos prohibidos. Tras el golpe, Pancho, Raúl Montachini y otros músicos fueron citados al Tercer Cuerpo del Ejército de Córdoba donde los recibió un coronel. Con algo de cordialidad pero con determinación les aconsejó que no tocaran más “Las razones de la gente”. Además, a todos los presentes los conminaron a no tratar las cuestiones sociales en las canciones y que escribieran solo de amor. “Me pegué un julepe bárbaro y no pude componer nada más hasta el fin de la dictadura. Por ahí ponías una palabra que no les gustaba, te equivocabas con eso y estabas en la mira. Se podía hacer muy poco y todo el mundo tuvo que bajar los decibeles”, recordó Pancho Muñoz.
Letras que dicen
Las estrofas de “Las razones de la gente”, escrita a mediados de los setenta, no desentonarían en el contexto actual: “Unos dicen que fueron ingleses, que embolsaron nuestro capital/otros culpan a los intereses, que nos cobra el Fondo Internacional/Otros culpan a los extravíos, de los gobernantes que vieron pasar. Pobre mi patria muchacha, cuanto podrás soportar/Solo le pido que aguante, otro poquito nomás (estribillo). Unos dicen que los militares, en lo suyo se deben quedar/los consorcios multinacionales, algunos opinan que hay que investigar/Otros culpan a un economista, que es imperialista y neoliberal”, expresa la canción en algunos fragmentos. Por mucho menos, fueron censuradas cientos de canciones en la dictadura y muchos artistas perseguidos, desaparecidos y exiliados. De todas maneras, hubo otra canción compuesta por Francisco Muñoz que tenía una línea todavía más combativa o de protesta, como se decía entonces. Se trató de la “Cantata de Chile”, inspirada en el derrocamiento de Salvador Allende en Chile, el 11 de septiembre de 1973. Llegaron a grabarla Los Olimareños y luego se destruyó el master que contenía el tema para no comprometer a los autores. Los versos de esta composición –en aquel contexto- eran un pasaje directo a la cárcel o algo peor: “Las callampas están de duelo/No hay requinto ni tambor/Hay un silencio profundo/Porque murió Salvador/Escúchame hermano chileno/No puedes colgar tu fusil/La patria es vencer o morir”. En la conversación para esta nota, Francisco Muñoz la recita de memoria en este 2022 con una lucidez que sorprende.
Hortensia
Francisco Muñoz fue muy amigo de Alberto Pío Augusto Cognini, el creador y director de la mítica revista Hortensia. El primer número de esta publicación cordobesa salió en agosto de 1971 y por sus páginas pasaron nombres como Crist (Cristóbal Reynoso) o Roberto Fontanarrosa, entre otros grandes humoristas gráficos. Pancho alcanzó a escribir algunos relatos cómicos en Hortensia por intermedio de Cognini, casi como otro hobby. Hay que recordar además, que el riotercerense fue autor de éxitos como “Cordobés, guitarrero y cantor” y “Cantata de la fundación”, las dos escritas con su compañero y socio musical Raúl Montachini.
Una historia muy particular la de Francisco Muñoz, que hizo canciones inolvidables del repertorio popular y sin embargo siempre permaneció en un segundo plano. Ante este medio, señala que hace mucho no visita Río Tercero, donde sigue teniendo parientes, lo mismo que en Hernando. Todavía compone temas y posee razones más que justificadas para seguir siendo riotercerense, guitarrero y cantor.
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