Para ellos, el fin del mundo es el comienzo de una gran aventura

Locales 24 de enero de 2022 Por Tribuna
Desde la ciudad más austral del continente, dos jubilados riotercerenses se preparan para iniciar un viaje que los depositará en el país azteca, donde reside uno de sus hijos. Aseguran que el dinero no es lo más importante para cumplir este sueño.
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Para muchos, Ushuaia es considerada “el fin del mundo” pero para una pareja de riotercerenses es “el comienzo de un sueño”, como ellos mismos definen, que los llevará a bordo de su motorhome hasta México.

Ése es el objetivo de Pablo Ávalos y Maricel Molina, quienes viajaron desde esta ciudad hasta la provincia más austral de Argentina para tomar el impulso que los deposite en el país azteca, donde reside uno de su hijos, Pablo Sebastián, al que no ven desde hace tres años.

Pero por algunos días más piensan seguir disfrutando de esta escala patagónica, rodeados de un entorno único, no solo por sus maravillosos paisajes sino también la hospitalidad de gente acostumbrada a recibir viajeros de las más diversas latitudes.

Sin apuro ni fechas que acomodar, afrontaron un calendario que se fue ajustando a cada destino en el camino hacia allá, como por ejemplo, permanecer diez días en Río Gallegos y ya llevan más de un mes en Tierra del Fuego.

La estadía allí incluyó hasta un contagio de Covid-19, que afortunadamente atravesaron sin mayores inconvenientes aunque aislados durante diez días en su vehículo “por respeto a los demás”, afirman. Esto les permitió corroborar la solidaridad de los fueguinos que les acercaban todo lo necesario.

Son muchas las historias de quienes deciden tomar a los viajes como un estilo de vida, despertando la admiración y cierta envidia de quienes se topan con ellos, pero cada una tiene particularidades que merecen ser compartidas e incluso pueden resultar inspiradoras.

El primer mito que derriban estos jubilados de 60 y 56 años es el económico, ya que cobran “la mínima”, afirman. El resto de los fondos proviene de la venta de pastelitos y tortas fritas que ellos mismos producen, y algunas artesanías. Generalmente, quienes conocen su travesía, no dudan en acercarse a comprarles  para colaborar y de paso, conocer un poco más de ellos, de acuerdo a lo que relata Pablo. Tampoco faltan las invitaciones a comer o incluso hospedarse.

También cumplen un rol importante las redes sociales, ya que van “posteando” diariamente su libro de viaje, tanto en Facebook como Instagram, donde es posible encontrarlos bajo el nombre “La Caprichosa Viajera”.

Relativizando la importancia del dinero, no dudan en colocar por encima de la escala de valores a la salud para llevar adelante este sueño, junto con un “buen vehículo”, que si bien es modelo 93´ se encuentra en perfecto estado y totalmente equipado. 

Con la flexibilidad de itinerario ya manifestada, planean en unos días más, comenzar a subir por la ruta 40, doblar en Mendoza hacia Córdoba, para realizar una nueva escala en Villa María, donde tienen previsto abastecerse de una gran dosis de afecto, ya que allí reside el otro hijo de esta pareja, Joel, junto a su mujer Inés y Valentino, que con 4 años es la gran “debilidad” de los abuelos.

Cuando se sientan listos, seguirán camino hacia Tulum, en el paradisíaco caribe mexicano. Admiten que todavía no tienen claro la hoja de ruta, porque todo dependerá de las exigencias, sobre todo sanitarias, de cada aduana. Posiblemente, con el vehículo en el que transitan puedan llegar sólo hasta Cartagena, Colombia, porque saben que es demasiado costoso transportar el rodado por el canal de Panamá. “Lo cruzaremos en barco, después veremos cómo seguimos”, explicó Pablo.

Claro que llevar adelante este viaje no fue de un día para otro. “Después de superar un problema de salud, sentimos que teníamos otra oportunidad y decidimos hacerlo. Nos llevó tres años acomodarnos, sobre todo la casa y nuestra mascota, que se la dejamos a un vecino y es lo que más extrañamos”, comentan.

“Esto es algo que todo el mundo quiere y no se anima pero yo recomiendo hacerlo porque los momentos vividos son lo mejor que nos llevamos”, expresa Maricel.

Ambos agradecen especialmente el apoyo de sus hijos. “Al principio nos hicieron pequeños reclamos pero cuando vieron que se afianzaba este proyecto fueron quienes nos empujaron”, reconocieron.

Y ahí están, transitando un nuevo capítulo de sus vidas; en algún momento, él trabajó en la Fábrica Militar y realizó parquizaciones, ella fue empleada de comercio, peluquera y podóloga, pero ahora son viajeros y sobre todo aventureros dispuestos a hacer kilómetros, amigos y vivir nuevas experiencias, de esas que inspiran.

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