Pedro Sacchetti dejó una invalorable herencia artística que debe ser rescatada

Locales 03 de septiembre de 2020 Por Tribuna
Herramientas, moldes, maquetas y algunas obras que hizo el escultor y constructor Pedro Sacchetti, serán recuperadas por su hija y su nieta. El objetivo es que formen parte del museo local. Buscan rescatar el legado que dejó este artista venido de Italia.
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Luisa María, la hija del recordado escultor y constructor quiere que algunas de sus obras formen parte del museo local

Contabilizar y reunir el legado de Pedro Sacchetti supone una tarea por demás ardua. A lo largo de sus más de 50 años de carrera, el escultor y constructor riotercerense, confeccionó muchas obras que hoy se encuentran dispersas en distintos puntos de la ciudad, aunque la esencia y magia de sus creaciones siguen rondando en el interior de su taller ubicado en la calle Belgrano, pese a que Sacchetti abandonó este mundo hace 52 años. Es pos de salvaguardar sus creaciones para que los riotercerenses puedan seguir disfrutándolas, su hija Luisa María y su nieta Silvia Piccini, están encarando un proyecto que representará un homenaje a este artista.

Se llamaba Pietro Gaudencio Sacchetti y había nacido el 10 de diciembre de 1892 en el pueblito piemontés de Borgo Lavezzano, Novara, Italia. Era hijo de Bautista Sacchetti y Magdalena Merlo, los mismos que le permitieron a Pietro, el adolescente de 16 años, acompañara a su tío a la Argentina, un país lejano pero conocido por Bautista por haber viajado varias veces para realizar trabajos de construcción. Más que un viaje para explorar nuevas tierras y posibilidades, fue una huida. "Sus padres no querían que él ingresara al servicio militar y fuera a la guerra. Por eso le ofrecieron viajar a la Argentina para poder estudiar acá. Él venía de una familia de constructores y escultores muy reconocidos en Italia y le había manifestado a su padre que quería seguir con esa tradición", cuenta Luisa María, su hija.

Pietro llegó a la Argentina en barco, junto a su tío, en noviembre de 1907. En Buenos Aires estudió construcción y escultura hasta principios de la década del '10 cuando le ofrecieron empleo como contratista del Ferrocarril Central Argentino. Con otros trabajadores recorrió la línea férrea construyendo estaciones, viviendas, tanques y galpones de clásico estilo inglés que aún hoy están de pie.

Llegó a Río Tercero cuando era una aldea en formación y en el mismo año 1913 de aprobación de los planos enviados por Modesto Acuña al Gobierno provincial. "Siempre contaba que le gustó mucho Río Tercero por el clima. La humedad de Buenos Aires no le caía nada bien y decidió quedarse aquí. Además había conocido a mi mamá porque la familia de ella era dueña del Hotel Dall'Orto, donde se hospedaba", recuerda Luisa María.

En los primeros años en Río Tercero trabajó en las construcciones del ferrocarril como la estación, casas para ferroviarios, galpón de máquinas, tanque del agua y más tarde comenzó a evidenciar una verdadera veta artística en sus obras.

Un museo
Guardar la obra de un escultor, sobre todo si las piezas son de dimensiones importantes, requiere espacio y cuidados. La que dejó Sacchetti en su taller será rescatada ahora por su hija y nieta.

"Mientras vivió mi tío -uno de negó a que cambiáramos algo del taller de mi abuelo. Pero ahora queremos que todo lo que hay allí quede como parte de la historia de la ciudad", explica Silvia.

El proyecto es comenzar a rescatar todo el material que se encuentra en un galpón frente a la casa donde vive la hija de Sacchetti, y que funcionó como su taller.

"La intención es que ese material pase a formar parte de un museo. Lo vamos a ofrecer a la Municipalidad para que ellos dispongan. Para nosotros es muy importante conservar el legado de mi abuelo", señala la mujer. El proyecto de ambas mujeres es ordenar, clasificar y hasta restaurar algunas de las piezas que sirvieron de molde para construir varias de las obras que hoy pueden verse en distintos espacios de la ciudad. Forjador

Tras su llegada a Río Tercero y durante varios años, Sacchetti había demostrado claramente su capacidad para encarar construcciones de envergadura. En 1927 por encargo de Luis Masaglia había proyectado y dirigido la construcción de una gran vivienda con salón en la esquina de Uruguay y Av. San Martín -hoy confitería Cactus- y que fue la sede que eligió el Banco Nación hasta que construyó su edificio propio. El exquisito gusto de Sacchetti aún se puede observar en los detalles que se encuentran en la parte superior de la elegante y señorial casona.

La fama del joven Sacchetti se extendía y construía casas de gran porte en Río Tercero y localidades vecinas. En 1929 levantó quizás una de sus construcciones más recordadas: el chalet "La María Luisa", una obra arquitectónica de suprema calidad que la gente que la conoció recuerda con admiración y nostalgia. El chalet estaba ubicado en la esquina de Av. Argentina y Pinzón -hoy Av. San Martín y Lorenzo Capandegui-. Por encargo de su propietario, Alfredo Carranza, Sacchetti se había hecho cargo no solo del proyecto y la decoración y hasta la compra de los muebles estilo "Chipendale", que él mismo fue a buscar a Buenos Aires.

Su hija recuerda que en ese mismo viaje, que realizó en tren, trajo los muebles para su casa, ya que en mayo de aquel año se iba a casar con Paulina Dall'Orto, unión de la cual nacieron Mario Bautista, Irma Magdalena  fallecida al año de edad- y Luisa María. La casa de los Carranza tenía torres, sótano, molino y con el tiempo una frondosa arboleda que le daba aspecto misterioso.

A finales de los '60 se convirtió en la primera sede que tuvo la Clínica Regional y luego fue demolida para construir el edificio del Banco de la Provincia de Córdoba. "Tenía un sentido de la estética tan fino que siempre estaba en todos los detalles. Mi abuela era bastante más alta que él, entonces usaba sombreros de copa alta para disimular, y en las fotos juntos ella siempre aparecía sentada y él parado", resalta su nieta Silvia.

Su hija Luisa María recuerda que era un apasionado del trabajo. Además de su taller tenía un estudio en el que dibujaba los planos y estudiaba. "Cuando volvía de alguna construcción se daba un baño y se iba al taller en donde pasaba muchas horas. Luego volvía a casa , se daba otro baño y se acostaba. Si bien tenía amigos, su mayor dedicación era para el trabajo", afirma.

Y toda su calidad artística también la volcó a su propia casa, la que diseñó para compartir con su esposa e hijos. "Era hermosa, recuerdo que tenía una galería en la que convergían todas las habitaciones, una escalera caracol y allí cerca estaba su estudio. También había construido una fuente, en la que había peces", recuerda con nostalgia Luisa María.

Sacchetti era también un excelente fotógrafo y tomaba imágenes de las obras que realizaba. Esa pasión se la heredó a su hijo Mario Bautista, quien durante años fue fotógrafo en la Casa Bono.

En el cementerio Sacchetti también fue el responsable de trazar los primeros planos del cementerio del Carmen y en ese lugar tan especial también dejó su impronta artística. No solo fue el autor de los panteones más destacados de la necrópolis sino también de la estatua del Corazón de Jesús encargada por la Municipalidad durante el gobierno de Jorge Boretto. Fue el responsable de los mausoleos más artísticas -medio centenar de ellos- refinadamente decorados y ubicados en el ingreso al cementerio, como el de la familia Bono, con numerosos ángeles en distintas posiciones. También en los panteones de las familias de Alfredo Carranza (el mismo propietario del chalet "La María Luisa"), de Luis Masaglia, de Teresa Moretto de Abrile y otras. Puso toda su inspiración y también su fe religiosa. Sacchetti dejó un legado artístico e histórico que hoy puede resultar inspirador para muchos. La ciudad debe valorarlo.

Tradición familiar

No es casualidad que Pedro Sacchetti tuviera un exquisito gusto para la construcción y la decoración, además de meticulosidad en las esculturas que realizaba. Había nacido en una familia de constructores y escultores reconocidos en Europa. "Eso les permitió enviar a mi papá a estudiar a Argentina, y además todos los meses recibía dinero para sostenerse", recuerda su hija Luisa María.

Son varias las construcciones europeas en las que el apellido Sacchetti está presente. El Palacio Real de Madrid, residencia oficial del rey de España -aunque los monarcas no residan allí-, es una de ellas. La nieta de Pedro, Silvia Piccini recuerda una anécdota: "Cuando visité el Palacio fue grande mi sorpresa cuando el guía dijo que Juan Bautista Sacchetti había sido el autor de las trazas y el director de la construcción del nuevo palacio tras ser destruido el primero por un incendio".

El monumento al General San Martín, una obra emblemática

La ciudad muestra la presencia de la calidad artística de Pedro Sacchetti en hermosas y sólidas casas ubicadas en el centro, en bellas obras de arte en el cementerio y en una construcción tan artística como la obra de arte que soporta: la basa para el monumento al General San Martín, que está en la plaza central de la ciudad. Fue construida en 1950 con cubos elaborados con una mezcla de cemento, cal, agua y arena y algún otro producto que Sacchetti le agregó para hacer que soportara el paso y las inclemencias del tiempo.

La basa está decorada en sus costados por una gran réplica del sable corvo de San Martín, cuyo modelo se lo obsequió el Instituto Nacional Sanmartiniano -su hija lo conserva-, una antorcha y dos escudos argentinos. Sobre
este último detalle se debe mencionar que para hacer las manos que sostienen el gorro frigio, posó su hija Luisa María.

El monumento al General San Martín había sido construido para la conmemoración del centenario del paso a la inmortalidad del prócer argentino.

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