
Spineta ahora se hizo libro de fotos, que repasan su trayectoria pública y privada
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Radio T
Incertidumbre
La única actuación de Serú Girán en Río Tercero pudo haber terminado en nada, ya que pocas horas antes del show los estudiantes no pudieron juntar el total del cachet, lo que abrió un mar de dudas sobre lo que pasaría en Hot Point. José “Pepe” Cabanillas era quien encabezada, como alumno del colegio secundario José Hernández, la organización del recital en el boliche. Hasta el día de hoy, Cabanillas se sigue preguntando el porqué de la poca respuesta del público esa noche: si falló la promoción, el público local era/es complicado para ciertos eventos o una conjunción de ambas cosas. La banda atravesaba su mejor momento y presentaba “Peperina”, su cuarto disco en estudio a la vuelta de la esquina y sin embargo muy pocos asistieron a ese show imperdible.
Ante la escasa venta de entradas, el estudiante decidió hablar con Daniel Grinbank, el manager del cuarteto, quien estaba acompañado por Mario Luna, el locutor del programa radial “Alternativa”. Hay que recordar que Luna era el representante de la banda en Córdoba y con él se había firmado el contrato para el concierto en nuestra ciudad. Además, viajaba con ellos y se ocupaba de las cuestiones logísticas de las actuaciones.
Como mencionamos antes, el primer paso de Cabanillas fue enfrentar a Grinbank, el cual estaba sentado en una lomitería llamada O´Clock, ubicada en la primera cuadra de calle Libertad. El pequeño local serviría, sin quererlo, de escenografía para algunas anécdotas imborrables de un puñado de jóvenes.
Una buena historia
José “Pepe” Cabanillas, con todo el miedo a cuestas de sus 16 años, enfrentó al famoso manager y le explicó la situación monetaria en la previa del recital. El representante, con cara de pocos amigos, lo manda directamente a hablar con Charly García en el Hotel Argentino, a una cuadra de la lomitería. La cuestión se seguía complicando, aunque el estudiante iba superando pruebas y la última palabra llegaría -cual veredicto- del propio Charly.
El músico estaba en el cuarto piso del hotel y tras golpear la puerta en un par de ocasiones Cabanillas obtiene el permiso para ingresar a la habitación. Una vez adentro, se encuentra al cantautor sentado y tocando una guitarra acústica frente al espejo. Lo particular de aquella situación es que Charly nunca lo miró de frente y seguía con su instrumento. El solitario joven, intentando disimular el nerviosismo, repite el alegato (luego se recibiría de abogado) ya esgrimido ante Grinbank.
En un momento, el músico dejó de rasgar la viola, lo observa a través del espejo y deja caer la frase de antología: “Pibe, buscá hielo seco que en unas horas comienza el show”. De más está decir que el alumno de cuarto año salió disparado para confirmar el concierto y pensando cómo conseguir hielo seco para cumplir el pedido. En la actualidad sería imposible que suceda algo similar con una banda de rock consagrada a nivel nacional y menos con un adolescente de ¡16! años llegando a negociar con su líder para saber si tocan o no.
Consultado por este periodista, Mario Luna no registra esa escena acontecida en nuestra ciudad: “No me acuerdo de esa anécdota pero no me extraña y es muy probable que haya sido así. Grinbank no era lo que es ahora. Eso te habla de las ganas de la época de hacer cosas, todavía había un sesgo romántico”, señaló el comunicador de voz inconfundible.
A tiempo en O’Clock
La pequeña lomitería ubicada en calle Libertad cerca de la intersección con Bolívar también fue escenario de recuerdos indelebles para un grupo de riotercerenses. Antes del recital Claudio “Diopo” Damicelli (futuro baterista de la primera etapa de Proceso a Ricutti) y “Fonsy” Denaro (histórico bajista local) pasaron por el lugar y se encontraron a Charly García y Pedro Aznar sentados en el comedor.
Los jóvenes no tardaron en desplegar un pañuelo sobre la mesa para que los rockeros estamparan su firma y para sorpresa de Charly y Pedro, la tela ya poseía los autógrafos de León Gieco y Lito Nebbia en sus visitas a la ciudad. Otros que pasaron a saludar a sus ídolos por este sitio fueron Raúl “Culín” Carballo y Jorge Cuadrado (cuando era estudiante de la ex ENET y todavía no había abrazado el periodismo). El propio “Culín” Carballo rememora otro suceso en O´Clock y aconteció cuando los dos Serú se estaban por retirar y los encargados de la lomitería no quisieron cobrarles lo consumido. A modo de retribución, Charly García pasó al otro lado del mostrador y escribió lo siguiente en una puerta que comunicaba a la cocina: “Para los amigos de O´Clock, Charly García”.
Los más memoriosos recuerdan que tras el concierto en Hot Point los integrantes de la banda también firmaron autógrafos detrás de la barra. Cabe aclarar que Charly por esa época estaba lejos de los escándalos mediáticos y del personaje “estrella de rock” que supo crear (y fomentar) a partir de mediados de los ochenta.
El show
Se había mencionado la poca concurrencia de ese recital en Hot Point, estimada en no más de 250 personas entre entradas vendidas e invitaciones, lo que en un momento del show hizo decir a Charly que “parecía un ensayo”. El escenario estaba armado contra la barra del fondo y el público se desplegó por la pista y otros estuvieron sentados en los sillones bajos tan característicos de la confitería bailable. Entre los privilegiados asistentes al histórico recital, los consultados coinciden en una característica de ese show: la banda sonó increíble en todo sentido y tocaron casi dos horas (el contrato estipulaba solo una).
Después, entre los contactados la memoria comienza a jugar su partido tras casi cuatro décadas y algunos sostienen que era una noche fría y otros que hacía calor. La mayoría registra poco público y los menos que estaba repleto el boliche. Hasta parece una “visita fantasma” porque nadie recuerda la fecha ni el mes (¿agosto, septiembre de 1981?) de la actuación y tampoco hay registros audiovisuales del paso de Serú Girán por Río Tercero. Lo que sí hay, son fotografías tomadas por Sergio Gotelli, imágenes de muy buena calidad las cuales nunca fueron publicadas ni digitalizadas.
El único medio gráfico de ese momento en la ciudad, el semanario Crónica, no le dedica una línea a la presencia del supergrupo (ni a ningún otro de rock) y quizá allí radique una posible explicación de la poca concurrencia.
Eran tiempos de dictadura cívico-militar, el rock en general no estaba bien visto y casi no existía para la prensa escrita, mucho menos en el interior del país. Todavía no había pasado lo de la Guerra de Malvinas, cuando se prohibió la música en inglés lo que impulsó la difusión y consolidación del rock nacional. Las figuras consagradas empezaron a llegar más seguido a la ciudad a partir de 1982 y en ese año hay un recordado recital de Juan Carlos Baglietto en Hot Point con la banda de esa época (integrada por Fito Páez y Silvina Garré, entre otros).
Claro que esa es otra historia que merece ser rescatada, la cual marcó a toda una generación de músicos locales, los que más tarde harían de Río Tercero “uno de los semilleros del rock cordobés”.
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