Yamandu Costa, una guitarra de siete cuerdas sin fronteras musicales

Artes y Espectaculos 04 de abril de 2024 Por Tribuna
Entrevista al notable músico brasileño.
NOTA MAXI

Maxi Carranza*

Ponte Producciones presenta al eximio guitarrista brasilero Yamandu Costa (1980), en lo que será su única presentación argentina. El concierto está previsto para el viernes 19 de abril a las 19,30, en la Gran Sala de la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131, Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Las entradas se encuentran a la venta en el sitio: https://www.cckonex.org/espectaculo/yamandu-costa/, hasta agotar la capacidad de la sala. Ganador del Latin Grammy 2021 al Mejor Álbum Instrumental, Yamandu Costa es considerado uno de los más grandes fenómenos de la música brasileña de todos los tiempos. Con su singular guitarra de siete cuerdas, fusiona la bossa nova y el choro -género populares de su país-, junto a zambas, tangos o milongas. 

En esta entrevista exclusiva con TRIBUNA, el artista habló de su trayectoria y de su estrecho vínculo con la Argentina.

-Tengo entendido que usted actuó -por primera vez- a los 16/17 años en el Teatro Alvear (calle Corrientes) de Buenos Aires. ¿Qué recuerdos tiene de aquella ocasión?
-Por supuesto que me acuerdo de la primera vez que toqué en Buenos Aires. Fue un proyecto que se llamó Porto Alegre en Buenos Aires, que es nuestra capital en Rio Grande do Sul. Vine con grandes artistas de ahí, como Roberto Montero -un gran acordeonista- y tuvimos una experiencia muy linda. Era muy, muy jovencito, estamos hablando de 1996, y creo que fue la primera oportunidad en la que pude estar en un escenario como solista. Además, en un lugar muy importante, como el Teatro Alvear. Me acuerdo que salí una noche con amigos y en un bar estaba tocando Luis Salinas con su grupo. Me quedé “espantado” con su talento y con su manera de tocar tantas cosas diferentes. Además, la proximidad que tiene con la música norteamericana. Tengo los más bellos recuerdos de aquel principio de mi carrera, en Buenos Aires.

-Su último álbum, de reciente publicación, es Helping Hands con Elodie Bouny. ¿Cómo surgió esa colaboración para grabar y de qué manera seleccionaron el repertorio? 
-Ese disco surgió durante la pandemia. Ella es una guitarrista francesa, con la que estuve casado durante 16 años. Una súper artista que conocí en París, en 2007. Cuando nos quedamos “presos” en la casa, durante la pandemia, agarramos un repertorio que nos gustaba en esa época.  Fue, sobre todo, un tema de salud mental. Ocupar el tiempo y desarrollar un trabajo bien hecho, a dos guitarras. La idea fue mezclar esas escuelas que normalmente no están juntas, como la guitarra popular -en mi caso- y la guitarra clásica de ella. Estamos muy contentos con el resultado del disco. Hemos recibido buenas críticas y el álbum ha gustado mucho. Para nosotros es un honor muy grande, al final del matrimonio, haber dejado ese registro y es una prueba de que la música al final es lo que queda.

-¿Qué puede contarnos de la Escuela Pública de Música Yamandu Costa, que hace poco cumplió un año de vida? 

-Hace un par de años tuve la intención de hacer una escuela pública de música. En el municipio de mi ciudad natal Passo Fundo, al sur de Brasil, la cual posee cerca de 200000 habitantes. Es una ciudad muy importante para la región, un centro urbano muy desarrollado. Un lugar de veras muy potente en la zona y tener una escuela de música ahí para las comunidades carentes, de los suburbios, es una felicidad muy grande. Como se dice, el idioma de la música es algo que trasciende y hace muy bien a la formación del intelecto humano. Poder ser parte de este proyecto, es mucho más importante que una carrera. Para mí es un regalo enorme mirar a los niños aprender a tocar. Todo lo que la música contribuye a la vida de cada uno. El contacto con la disciplina, estar en un grupo y compartir, porque es uno de los lenguajes más importantes para la vida.

“A mí me gusta mucho compartir y las colaboraciones son una manera de aprender. También de disfrutar el tiempo con la gente y estar con el radar prendido para que cada experiencia se torne parte de tu manera de pensar”.

-Usted posee varios discos compartiendo con colegas guitarristas, lo cual debe ser una de las mejores formas de aprendizaje e intercambio. ¿Cómo se dan esos encuentros?
-Hace diez años, más o menos, que tengo un estudio en mi casa de Lisboa (Portugal), donde estoy viviendo. Después de eso empecé a grabar más y más. Entonces, tengo una vida muy productiva y puedo hacer colaboraciones con quien quiera. En esta temporada comencé a grabar tres discos, todos diferentes. Uno con un pianista sueco, otro con un guitarrista de Siria y el último con la orquesta de Martín Sued, que es un gran bandoneonista porteño radicado en Lisboa. A mí me gusta mucho compartir y las colaboraciones son una manera de aprender. También de disfrutar el tiempo con la gente y estar con el radar prendido para que cada experiencia se torne parte de tu manera de pensar.

-Sabemos que algunos de sus grandes maestros de la guitarra fueron su padre y Lúcio Yanel. Con ellos, ¿fue un aprendizaje más intuitivo o había un método concreto de aprendizaje?
-Aprendí música de chico con mi papá, que tenía un grupo llamado Os Fronterizos en Brasil. Tuve la suerte de que él era una persona con muchas relaciones y por nuestra casa familiar pasaron infinidad de artistas. Era muy bueno, generoso y un vector de lindos encuentros. Tuve la fortuna, siendo muy chico, que pasó por nuestra casa un músico extraordinario llamado Lúcio Yanel. Llegó desde Corrientes (Argentina) y cambio toda la escuela de la guitarra del sur de Brasil. Esto fue a principios de los años 80 y, de alguna manera, soy una continuación de la línea de Lúcio, la escuela gaucha de guitarra. Después empecé a tocar otras cosas también, como el lenguaje del jazz y la música del sudeste de Brasil. Terminé mezclando esas tradiciones y me considero un poco un portavoz de esa doble fusión entre Brasil y Argentina. Llevar un poco de las dos culturas por el mundo.

-¿Alguna vez se planteó tocar o interpretar música de rock o compartir con colegas de este estilo?
-En verdad no tuve muchas vivencias en el mundo del rock and roll. Pero me gusta la buena música. Cuando estuve en los Grammys, hace unos años atrás, tuve la posibilidad de compartir una noche con Fito Páez. También miré un concierto de Spinetta en Miami. Para mí la música es buena o mala, independientemente del género. Me gusta todo lo que es bien hecho y con amor. Es un lenguaje que me encanta porque tiene mucha fuerza, y con mis hijos escuchamos bastante rock.

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