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La seguridad preocupa más en las grandes ciudades y a las personas mayores

Un reciente estudio que abarca varios puntos del país, entre ellos Río Tercero, mostró que el 68% de quienes viven en ciudades grandes, de más de 100 mil habitantes, aseguran estar insatisfechos con la seguridad (como ausencia de riesgo o amenaza) de su localidad.

Locales21/12/2023TribunaTribuna
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La seguridad constituye uno de los tópicos de interés de la ciudadanía más importantes. Desde hace más de una década, se ubica como la primera o segunda preocupación de todos los países en América Latina y el Caribe y es temática fija en la agenda política y mediática. 

Un reciente estudio que abarca varios puntos del país, entre ellos Río Tercero, mostró que el 68% de quienes viven en ciudades grandes, de más de 100 mil habitantes, aseguran estar insatisfechos con la seguridad (como ausencia de riesgo o amenaza) de su localidad. A medida que desciende la densidad de población ese porcentaje es menor: en pueblos con menos de 10 mil habitantes ese porcentaje se reduce a 47%.

Los datos corresponden a la Medición de Calidad de Vida en Pueblos y Ciudades de Argentina que lleva adelante la Fundación Colsecor.

El mismo estudio indica que cuando se desglosa por franja etaria, se observa paridad entre las personas mayores de 60 años y lo más jóvenes en relación a la insatisfacción por la seguridad (61% y 60%, respectivamente). 

Pero en un estudio más cualitativo, a partir de 47 entrevistas en profundidad, realizado por Colsecor, se observó que la “seguridad” no figura como la mayor inquietud que los jóvenes manifiestan espontáneamente. En “Imaginarios, opiniones y expectativas de juventudes de localidades pequeñas e intermedias de la Argentina”, la inseguridad, en términos de delito y violencia, es de las preocupaciones menos mencionadas por personas de entre 17 y 25 años, en los pueblos o localidades pequeñas. Para las juventudes, la variable económica y su relación con proyectos a futuro, es mucho más relevante. 

“Inseguridad” y “miedo a la inseguridad”
La noción de inseguridad irrumpe fuertemente en los años '90 y se consolida luego de la crisis del 2001, como  “una categoría asociada al delito que expresa una demanda hacia el Estado de garantizar un umbral de riesgos aceptable”. Si se toman estadísticas delictivas, vinculadas con la tasa de victimización, el Laboratorio de Investigaciones sobre Crimen, Instituciones y Políticas (LICIP) de la Universidad Torcuato Di Tella recoge y analiza información primaria y de modo permanente. En su último informe de octubre de este año, señala que “el 34.1% de los hogares en 40 centros urbanos del país fue víctima de al menos un delito en los últimos 12 meses”. Este valor implica un aumento de 4.8 puntos porcentuales respecto al valor observado en octubre de 2022 (29.3%). A su vez, “20 de cada 100 hogares reportan haber sufrido un robo con violencia”. 

El sociólogo y especialista en la temática, Gabriel Kessler explica que la alta preocupación de la sociedad argentina (extendida a América Latina) por la inseguridad, se debe al indudable incremento de las tasas históricas de delitos, pero se agregan otros factores. En particular, intervienen los cambios en la construcción narrativa de los delitos ante las audiencias mediáticas y digitales y en la sensibilidad frente al tema, junto al déficit que han mostrado las políticas públicas dirigidas al problema. Es decir, nunca antes como en la última década los medios depositaron tanta visibilidad al tema (en cantidad de noticias y jerarquía del tema); de hecho, se construyeron secciones de diario bajo la etiqueta de “inseguridad”, antes denominadas policiales. Kessler habla de “sentimiento de inseguridad”, para explicar la centralidad que el tema ha tenido en la opinión pública en las últimas dos décadas. 
 
Calidad de Vida: el plus de los pueblos
La seguridad humana se enmarca más en una política de protección integral, que la protección frente a la delincuencia tradicional. Cualquier situación que degrade los pisos mínimos en la calidad de vida de las personas (sea por presión demográfica, daño ambiental, disminución o nulo acceso a los recursos) son amenazas a la seguridad. 

Con el objetivo de conocer y visibilizar diferentes aspectos de la calidad de vida en pueblos y ciudades, la Fundación Colsecor desarrolla un relevamiento anual, desde el 2020, cuyos tópicos están vinculados con el bienestar en la vida cotidiana, así como la satisfacción del lugar que se habita. 

Según el informe, la percepción sobre la calidad de vida cambia en diversos aspectos. Frente a la pregunta “Si tuviera la posibilidad de mudarse a un pueblo o ciudad pequeña ¿cuán probable sería que se mude?”, el 51,7% de las personas que viven en localidades de más de 100.000 habitantes respondió afirmativamente. De ese total, el 19% indicó que seguro se iría, mientras que el 32,7% que probablemente lo haría. En contraste, el porcentaje bajó al 40,7% al preguntarle a quienes viven en localidades pequeñas o medianas si se mudaría a una ciudad más grande. Con respecto al estrés y preocupación, también se observaron diferencias. Quienes habitan en ciudades de más de 100 mil habitantes dijeron estar más preocupados y estresados que quienes viven en ciudades más chicas. 

En el estudio cualitativo de Juventudes, los hallazgos muestran como un activo de los pueblos el hecho de “vivir tranquilos”, en oposición a la vida en las grandes ciudades. Hubo entre los entrevistados una alta valoración positiva de las localidades más pequeñas: valoran la solidaridad, la seguridad, la tranquilidad y la cantidad de espacios verdes. A su vez destacan, como núcleo del “buen vivir”, las condiciones de arraigo y la proximidad afectiva con familiares y amigos en la vida cotidiana.

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