“Hay una gran diferencia en saber de vinos y saber disfrutar el vino”

Locales 24 de octubre de 2022 Por Tribuna
Gabriel Prieto es un referente en la oferta de vinos de calidad en Río Tercero y la región. Desde La Verbena explica las razones de la masificación de un producto que no puede faltar en la buena mesa.
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Gabriel Prieto en su Vinoteca de la avenida 9 de Septiembre. Miles de botellas y variedades son celosamente custodiadas

Cinco siglos de historia encierra la vitivinicultura en Argentina. La producción de vino ha estado presente prácticamente desde la colonización de este continente, con gran influencia nativa y europea. 

A lo largo de los siglos la evolución de esta bebida alcohólica ha sido tan notable como sorprendente; hasta nuestros días, en los que el vino vive una suerte de boom de industrialización y de consumo. 

Miles de productos hoy se pueden conseguir en las vinotecas o en las góndolas del súper. Su masificación va de la mano del avance tecnológico que no deja de superarse a sí mismo, en investigación y estudio.

El vino y su cultura han encontrado también un nicho en Río Tercero, donde es posible conseguir las etiquetas y bodegas más variadas. 

Nuestro Malbec, el Cabernet Sauvingnon, el Tempranillo o los bien logrados Blend; el Chablis, Torrontés o el Dulce Tardío; la gran gama de espumantes, por citar solo una ínfima parte de los varietales argentinos, integran el mundo del vino.

Gabriel Prieto es el precursor en la venta de vinos en Río Tercero y la región. Desde “La Verbena, casa de vinos”, hace escuela y revela cómo los riotercerenses hemos evolucionado en la “cultura del vino”.  

-¿Sabemos tomar vino los riotercerenses?
-Sabemos degustar un buen vino, y sabemos tomar un buen vino. Quizá, los que enseñamos todo lo relacionado al vino, lo divulgamos con conceptos muy técnicos. Es decir que había que saber mucho primero cuando uno se sentaba a una mesa y se empezaba hablar de encontrarle al vino, en su degustación, frutas maduras, almendras verdes tostadas, frutos rojos. Entonces todo eso generó que nos informáramos mucho pero no nos formáramos.

-¿Qué significa?
-Claro, nos tenemos que preguntar hasta dónde queremos saber de vinos: qué me interesa y hasta dónde quiero saber. Y muchos se dieron cuenta que querían saber hasta cierto punto, lo básico para disfrutar el vino y pasarla bien. Es allí donde tenemos que apuntar nosotros. Hay una gran diferencia en “saber de vinos” y saber disfrutar del vino. 

-Es diferente entonces saber tomarlo que saber disfrutarlo.
-Exacto. Leímos mucho pero no nos formamos. Siempre lo comparo con el tenis: yo puedo saber mucho de su reglamento, cómo se le pega a la pelota, pero si no juego al tenis, nunca lo voy a aprender. 

-La evolución del vino fue muy notable en las últimas décadas, gracias a la industria que lo ha masificado, y gracias a las vinotecas que han acercado el producto a la gente, ¿cómo se vivió ese proceso?
-Fue un gran boom. Antes teníamos solo cuatro o cinco marcas; cuatro o cinco bodegas. Nuestro ícono es bodegas Zuccardi que tiene no menos de 60 diferentes etiquetas: seco, dulce, tinto, blanco, rosado, espumosos, vinos con fermentación lenta y maloláctica (segunda fermentación que hace reducir la sensación ácida del vino y la convierte en más suave, cremosa y redonda), o la cofermentación. Todo eso generó un mundo del vino. Nosotros hicimos un trabajo muy importante en esa formación hacia la gente. 

“El buen vino pasó a ser un producto masivo. No aún como lo es la cerveza, pero tomar vino tiene que ver con la degustación, con el placer; con degustar y no deglutir”. 

-¿Le gente se interesa más?
-Sí, tenemos más de 300 degustaciones con sommeliers en los últimos años, y presentaciones de vinos de distintas maneras. Todas con gran aceptación. 

-¿Cuántos años lleva con la vinoteca?
-Desde el 2003.

-Se nota la evolución, en la masividad que se ha logrado.
-Sin dudas, gracias también a la prensa y las publicaciones especializadas. Hay canales en TV y medios que solo hablan de vino. El buen vino pasó a ser un producto masivo. No aún como lo es la cerveza, pero tomar vino tiene que ver con la degustación, con el placer; con degustar y no deglutir. En el caso de la cerveza se toma mucha cantidad. El vino se disfruta. 

-En esa masividad se han logrado diferentes productos, tipos de vino y precios al consumidor final.
-Sin dudas. Las opciones son muy diferentes. Hay vinos que forman parte de los nuevos proyectos, por ejemplo, de alto costo, pero no significa que pueda gustar más que otros. En muchas ocasiones son vinos de alto costo que tienen un sabor más agresivo que no necesariamente le guste a todos.

-No son fáciles de tomar.
-Es así. No son fáciles de entender. Hay que entenderlo al vino: porqué tiene ese sabor determinado. Hay un tipo de vino de Zuccardi que está hecho en recipientes de concreto, no tiene ninguna alteración de la madera y se nota que es un vino con mucho residual calcáreo. Como si uno estuviera tomando un jugo de una piedra caliza. Es muy invasivo y si uno no lo estudió, si no fue explicado por un enólogo, probablemente no guste y vale 10 mil pesos la botella.

-¿Hay competencia desleal en este rubro?
-Sí, como en todos lados. Hay quienes invierten para hacer u ofrecer buenos vinos y aconsejar al consumidor, y hay quienes solamente lo hacen para ganar dinero. Las bodegas tradicionales tienen el objetivo de hacer buenos vinos, y hay otros que lo hacen para ganar plata y nada más. Pero entendamos algo: a las dos bodegas les va bien, pero se debe marcar la diferencia.

-¿Cómo influye la infinidad de vinos que hay en el mercado en el conocimiento de la gente?
-Por ahí hay confusión. Se habla solo de la zona como ventaja, pero si uno hace un vino en el Valle de Uco o Maipú, por ejemplo, y sabe un producto malo, no tiene nada que ver la zona geográfica.

-¿Le sorprende la variedad que hay disponible en el mercado argentino?
-Sí, nunca pensamos que se llegaría a tener miles de productos. 

-¿Es bueno o es malo para el vino?
-Está bueno tener diversidad y la competencia, porque eso hace que el producto sea equitativo en el precio. Sin embargo se llega a confundir mucho a la gente. Se cree que las bodegas chiquitas, que hacen el vino con producciones pequeñas tipo boutique tienen vinos de mejor calidad que las grandes, y no es así. Hoy se pueden hacer grandes producciones de vinos malos, y pequeñas producciones de vinos malos. Y al contrario. 

-¿Cuál es el gusto del riotercerense? ¿Se inclina más por el vino blanco, el tinto, el espumante?
-El riotercerense tiene muy bien definidas las épocas para tomar: el vino blanco y espumoso cuando hace calor, y los tintos cuando el clima es frío. Eso está bastante marcado acá. 

-Ahora se vendría la temporada del vino blanco y del espumante.

-Exactamente. Y el rosado, que ha ganado el mercado pero muy despacito. Hace unos años fuimos a la feria Vinexpo en Europa, que es la feria más grande del mundo en vinos, y comprobamos que la venta del rosado en la góndola era fabulosa. Y aquí no ha generado expectativas. 
 

-El cliente evoluciona.
 -Permanentemente. Notamos el avance y lo ayudamos. Le vamos ofreciendo cosas mejores. En ocasiones nos dicen que notan cambios en el vino que tomaban antes, y en realidad el que cambió es él como consumidor: fue mejorando la calidad en el paladar con mejores propuestas. Fue probando mejores vinos. Notamos además que el buen vino siempre está en el momento que la familia elije para la mesa y para compartir. No hablamos de cantidad, porque estamos por debajo de la cantidad de litros per cápita que se consumían en Argentina. Sí se consume más calidad. 

-¿El vino se consume mayormente para acompañar las comidas o hay un consumo recreativo como puede ser el fernet, la cerveza o cualquier bebida blanca?
-Creíamos que iba a evolucionar el consumo, por llamarlo así, recreativo. Es decir cuando se dice “me tomo un vino” a lo sumo acompañado por un poquito de queso o alguna galletita. Pero fue solo un tiempo, luego no siguió. Uno ve las películas norteamericanas y el tipo está en la oficina con un vaso de whisky. O llega a la casa después del trabajo, se saca los zapatos, el saco y abre una botella de vino. Eso no se ha generado aún aquí. Pensábamos que podía ocurrir el hecho de tomar solo vino en un restobar o una confitería, pero no ocurre (siempre hablando del vino envasado en la botella tradicional, porque está disponible desde hace algún tiempo en las barras el vino en lata, que empieza a consumirse). En Europa se ve como la gente está en cualquier bar con la copa de vino en su mesa.

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Prieto muestra el Aluvional, de 58 mil pesos la botella. junto a Piedra Infinita de 68 mil pesos, son las vedettes de la vinoteca

¿Qué le gusta más? 
-¿Cómo vendedor de vino tiene alguna preferencia dentro de la gran oferta que tiene?

-Me gusta mucho investigar. Soy fanático de los vinos de Zuccardi porque veo el trabajo y el empeño que esa familia le imprime al producto. Días atrás estuvimos con Sebastián Zuccardi y nos mostraba el proceso del vino Polígono. En un pozo que se hace en la tierra vimos todas las capas del suelo donde están las plantas de vid, que se compone de material aluvional, con varias capas de arena, piedra, arcilla, granza. Entonces no maduran igual las que están sobre arena, que las que crecen sobre arcilla o piedra. Van calculando las que tienen procesos de maduración parecidos y de allí surge un vino con notas calcáreas, hasta agresivo. Nuestro error es tratar de vender un vino caro para alguien que no está en condiciones de probarlo, de entenderlo y termina no gustando. Debemos educar e ir de a poco.

-¿Cuál es la botella más cara que actualmente se ofrece en su vinoteca?
-La más cara es Piedra Infinita de Zuccardi que está en 68 mil pesos. El Aluvional sale 58 mil. Son los top de esta bodega. El primero ganó el premio como el mejor vino del mundo. 

-¿Tiene alguno en stock que no vendería nunca?
-No, mi tendencia es no vender por ahí esos vinos que la gente compra por el nombre, esos que se llaman “Cordero con Piel de Lobo”; “El Gordo Motoneta”, “El Flaco en la Bicicleta” (risas) ¿se entiende? Son productos que llegan solo por el marketing y no por la calidad. Se venden por la etiqueta.

“El cliente evoluciona permanentemente. Notamos el avance y lo ayudamos. Le vamos ofreciendo cosas mejores. En ocasiones nos dicen que notan cambios en el vino que tomaban antes, y en realidad el que cambió es él como consumidor”

Para empezar
-¿Cuál es el consejo para alguien que quiera empezar a amar su propia cava en casa?

-Ir despacito. Podemos asesorarlo sobre qué vino tiene que tomar para empezar. No porque tenga plata debe ir a comprar los vinos más caros, porque sería un error. Hay que probar de abajo hacia arriba. Se van sintiendo los sabores, las diferencias, las estructuras. Hay vinos excelentes a 1500 pesos la botella. Avanzar despacio, probando un vino con mucha madera y el mismo vino sin guarda en madera, que están disponibles. Séptima Tierra es un vino que viene con y sin guarda de madera. Es joven y se nota la diferencia. Y a partir de allí cada uno va eligiendo su gusto. 

-¿Tiene mucho que ver el maridaje en las comidas?
-Sí, mucho que ver. Por ejemplo: si se consume un lechón con mucha grasa y se lo acompaña con un vino blanco, es lo mismo a nada. Se necesita un vino con mucha estructura, con mucha fuerza, con buena graduación alcohólica. Si es posible con madera. El sentido del maridaje es combinar un trozo de carne con el vino adecuado para “limpiar” y secar la boca. Ahora si uno elige ese vino para un pescado, nunca le va a sentir el gusto a esa carne, que es liviana. Se necesita en ese caso un vino blanco, seco y suave. También es cierto que no todos estamos preparados para el maridaje, que es un poco cansador, lo admito. Lo lindo es disfrutarlo entre amigos, en la familia, en charlas, en momentos distendidos. Y que cada uno elija a su gusto.   

Números y datos del vino argentino

Hace 20 años la superficie cultivada con vides en el territorio argentino la concentraban las provincias de Mendoza y San Juan. Hoy, la vitivinicultura argentina se extiende en 19 provincias, casi la totalidad del territorio nacional y con una calidad del vino alta, aún con condiciones de suelo y clima que, en algunos casos, son desventajosas.

Hay 223.585 hectáreas cultivadas con viñedos: Malbec, Cereza, Bonarda, Criolla Grande, Cabernet Sauvignon, Syrah, Pedro Ximénez, lo que representa el 3% de la superficie mundial y posiciona al país en el quinto lugar como productor de vinos en el ranking global.

Actualmente Argentina exporta vino a 127 países, siendo Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Brasil y Países Bajos los mayores importadores.

La producción vitivinícola nacional se extiende desde la provincia de Jujuy a la de Chubut, con 17.000 productores, 23.931 viñedos, y 900 bodegas activas. La industria del vino genera más de 106.000 empleos directos y 280.000 indirectos.

El 24 de noviembre del 2010 se firmó el decreto presidencial 1800 que lo declaró bebida nacional de la Argentina, razón por la cual esa fecha se celebra como el Día del vino argentino.

 

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