AGRO. De todo un poco y de lo mismo; nunca más...

Locales 15 de octubre de 2022 Por Tribuna
Columna de opinión del ingeniero agrónomo Raúl Martina (M.P. 1442).
AGRO Maiz

El Maíz en la provincia de Córdoba sufrió una caída de producción de alrededor del 14 % con respecto al ciclo anterior, es decir, se alcanzaron a producir unos 20,296 millones de toneladas. Sabemos que el estrés hídrico y térmico que sufrió el cultivo durante el asolador mes de enero condicionó los rendimientos; además, la inesperada helada de fines de marzo apuntó a generar un déficit clave al momento del llenado de granos. Asimismo, el cultivo americano por excelencia generó un aporte de 5.537 millones de dólares (Fuente: Bolsa de Cereales de Buenos Aires) con rendimientos que en muchos lotes no cubrieron los costos de implantación para el productor. 

Igualmente, la maquinaria de valor agregado sobre el maíz se puso en marcha y en esta oportunidad el socio en las ganancias, que es ese estado elefantiásico, no preguntó cómo se asiste al sector en las pérdidas. La idea es clara, de esta caja solo se extrae.

“Así están las cosas país”, clásica frase del periodista Rodolfo Barrili del canal de las tres esferas de color.

Los cambios en el gabinete nacional siguen malversando el activo más valioso en momentos de severas crisis; “la confianza”, esa luz al final del túnel que no se resuelve con superministros, ni con aisladas medidas cambiarias o “veranitos de San Juan” para el agro; se necesita un verdadero plan con objetivos que contemplen bajar el gasto público, dejar de emitir y definitivamente abrir la economía para que se facilite el verdadero intercambio de bienes, servicios y avances biotecnológicos que nos dejan despegar.

No creo que haya salida de este enredo sin reformas en las coparticipaciones a los estados provinciales en forma federal, actividades desreguladas, sin cepos ni retenciones, además de gestionar fondos frescos, reconociendo que no habrá divisas sin créditos. Lo demás, lo probamos y fue fracaso tras fracaso. Sin inversiones y confianza en una clase dirigencial renovada y seria, la receta no tiene sustento.

La confianza es la piedra basal para convertir recursos en riquezas, es decir, integrar el triángulo del litio, que nuestra pampa gringa sea la más productiva del planeta, que Vaca Muerta comience a generar y demás recursos se pongan de pie para dejar de vivir de discursos y puestas en escena, motorizando definitivamente la inversión y con ella el progreso.

Repasando la fenomenal venta de la oleaginosa en discordia que el sector agropecuario puso a disposición del estado generando el ingreso de dólares, solo hemos logrado estirar significativamente la mecha y engrosar la bomba hasta el próximo año. Así, mientras nosotros quemamos granos en bruto, existen innumerables ejemplos de contraste en varios países que son dignos de admiración y nos alientan a desafiar la madeja burocrática de retrasos en la que nos encontramos. Sin ir máslejos, en la provincia de Jaén en España, los productores olivícolas con ayuda del sector académico han logrado profundizar el concepto de economía circular a partir de la utilización de residuos de poda de sus árboles en insumos para la industria automotriz. Indudablemente estas acciones son posibles porque los responsables están enfocados en hacer mucho más productivo y sustentable un recurso clave dentro del país, sin golpes bajos, y, con la idea-objetivo de generar riqueza a partir de los recursos que la geografía les ofrece. Resalto “ideas” y no “ideologías abstractas” cargadas de división y energías en vano.

Es evidente que resulta fundamental generar un cambio de enfoque que nos permita a todos entender que, sin inversión, confianza, educación y un modelo de país generador de riquezas a partir de sus recursos será casi imposible torcer el triste rumbo que vivenciamos.

Si en 1985 fuimos capaces de poner fin a una etapa oscura de la historia gracias al heroico trabajo sintetizado en un juicio sin precedentes, me pregunto: ¿por qué no seremos capaces nuevamente como sociedad de encontrar un nuevo Julio César Strassera, que nos ayude a expresar un nuevo “Nunca Más” a la postergación de un país que necesariamente debe crecer, producir, generar esperanza y un futuro lleno de luz al final del túnel.

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