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Tripulando un poderoso helicóptero ayudó a salvar vidas en Malvinas

Nativo de Villa Ascasubi, Julio Brouwer de Koning abrazó la carrera militar. Tuvo una activa participación en el conflicto en el Atlántico sur. Tripulaba un helicóptero de gran porte, destinado a transportar material y personal. Vivió momentos dramáticos que pronto quedarán reflejados en un libro que escribió.

Locales16/04/2022 Tribuna
LOCALES Brouwer
Julio Brouwer de Koning (primero desde la izquierda) participó junto a excombatientes de Malvinas de Villa Ascasubi

Por Mónica Jarrys

Duda, no está seguro de querer regresar a las islas Malvinas. Justo él, que escribió una de las páginas más gloriosas de la guerra. Al comodoro Julio Rodolfo Brouwer de Koning (75) se le arrebatan los recuerdos. Pero el largo viaje que debe emprenderse en la actualidad para llegar a Malvinas lo desalienta.

A 40 años del conflicto la visión que tiene sobre la guerra cambió: “Parece mentira, cada año me cae una nueva ficha. Al comienzo uno no se da cuenta de lo que significó haber estado allí. Los primeros años nadie me llamaba pero ahora eso cambió. La gente no sabía lo que había pasado, la guerra fue lejos del continente. No es que se sintieran menos argentinos. Ahora hay mucha información, la gente se ha dado cuenta que fue una gesta importante y quienes participamos nos sentimos muy orgullosos de haber tratado de defender, mientras pudimos, ese territorio. Tengamos en cuenta que se combatía contras las dos principales potencias mundiales”.

Cuando comenzó la guerra Brouwer de Koning estaba en su máxima actividad aérea. Había egresado de la Escuela de Aviación Militar de la Fuerza Aérea, como piloto. Fue destinado a la VII Brigada Aérea –que entonces estaba en Morón, y hoy en Moreno- y era profesional de helicópteros. Volaba un Chinook matrícula H-91, un moderno helicóptero de gran porte que hacía dos años había sido traído desde Estados Unidos. Para entonces Julio tenía 35 años, se había casado y ya habían nacido tres de su cinco hijos.

La realidad
El 2 de abril de 1982, día de la recuperación de las Islas, un helicóptero Bell 212 comenzó a realizar las primeras misiones de reconocimiento, apoyo logístico, observación y todo tipo de tareas. Posteriormente arribaron el resto de los helicópteros. Brouwer de Koning lo hizo el 7 de abril.

Durante el traslado desde Río Gallegos a Puerto Argentino por primera vez el comodoro realizó un vuelo rasante, que duró más de tres horas sobre el mar. Julio no podía dejar de pensar ni imaginar cómo era posible esa guerra contra el poderío británico. “También sabía que mi vida comenzaba a correr serios riesgos y simultáneamente aparecían en mi mente mis pequeños tres hijos Alejandra, Julio, Martín y mi esposa María Cristina”, recuerda.

LOCALES Helicóptero

El helicóptero Chinook que comandaba Brouwer de Koning en Malvinas, aquí con carga externa. Tenía capacidad para transportar hasta 100 soldados y pesada carga

Arribó a Puerto Argentino cerca del mediodía y allí pudo observar ese clima difícil de describir “porque todo parecía un sueño extraño. El aeropuerto era una pista con unas pocas instalaciones y el panorama similar al patagónico, desértico, con pastos amarillentos, no había mucho espacio para estacionar aeronaves, además con permanentes movimientos de aviones de transporte trayendo personal y logística del continente para prepararse para el combate”.

Su jefe del Escuadrón Helicópteros mayor Oscar Pose Ortiz de Rozas lo recibió y de inmediato lo puso en situación de la tarea que debía realizar, formando una tripulación con el primer teniente Horacio Giagischia, con quien compartió casi todas las misiones de vuelo.

“A partir de ese momento, comencé a volar mañana, tarde y noche, trasladando material (cañones antiaéreos, bombas, combustible y municiones para el Sistema de Armas Pucará) y personal (pilotos, mecánicos y soldados) desde Puerto Argentino hacia la nueva base aérea Cóndor, cuyo jefe era el Vicecomodoro Wilson Pedrozo de la Fuerza Aérea Argentina. Se instaló en la localidad de Darwin, aproximadamente a 100 kilómetros de Puerto Argentino y con un tiempo de vuelo en helicóptero de 20 minutos”, precisa.

Bautismo de fuego

El 1 de mayo comenzaron los ataques ingleses. Y el objetivo fue precisamente minar el poder aéreo de los argentinos. Fue un día especial, cargado de nervios, miedo y lleno de interrogantes acerca de lo que podía pasar. 

“Todo sucedió muy rápido y me parecía imposible escuchar a un personal militar de Ejército con esa voz fuerte, ronca y desesperada gritando a todos los que estábamos durmiendo en una escuela de dos pisos de madera en Darwin. Eran las 4.30, minutos después del ataque a Puerto Argentino y nos repetía varias veces ‘¡Levántense que van a morir quemados por las bombas, atacaron Puerto Argentino!’. Nunca imaginé ese despertar, no sabíamos qué hacer. Era de noche y muy oscura, así que como estábamos vestidos, con el buzo de vuelo y el fusil, salimos en forma ordenada, porque no se veía nada, a un refugio que se había hecho a metros de la escuela. Allí, con el jefe del Escuadrón Helicópteros, ni siquiera sentíamos la baja temperatura debido a la adrenalina. Pasaron las horas y el jefe de Escuadrón ordenó trasladar a los cuatro helicópteros y los aviones Pucará a otras posiciones de la isla para evitar mayores daños por un ataque que, muy probablemente, podría suceder en la pista de Darwin”, recuerda.

Los cuatro helicópteros fueron trasladados sin inconvenientes no así los Pucará, que por problemas de obstrucción de la pista no pudieron despegar todos y esa fue la causa que los convirtió en blanco perfecto de los Harrier ingleses, que produjeron un verdadero desastre a los aviones, con heridos y pérdidas de vidas.

“En esos momentos me parecía estar viendo una película de guerra, porque en una ventana se movió la cortina blanca y aparecieron dos o tres caritas de niños curiosos de tres a cinco años de edad, que parecían no tener ni idea sobre lo que estaba pasando ya que su patio estaba ocupado por todos nosotros. Me invadió una gran pena y preocupación. Aún sigo soñando muchas veces con esa imagen de los niños asomados por la ventana, con la particularidad que en lugar de sus caritas aparecen los rostros de mis hijos que tenían la misma edad”, asegura Julio.

Mientras esto sucedía, en menos de una hora sobrevino lo peor: “...un ruido tremendo de explosiones que nunca las había escuchado tan cerca y casi simultáneamente pasando por sobre nuestras cabezas los tres aviones enemigos de color negro, con ese rugido de las turbinas que no olvidaré jamás, soltando los porta bombas  que impactaron en la pista y que por estar rodeados por el caserío no pudimos ver. Quedamos todos paralizados”.

Repentinamente vino la orden de preparar la tripulación para realizar una posible evacuación sanitaria a Puerto Argentino. 

El helicóptero Chinook comandado por Brouwer de Koning fue designado para llevar a los 13 heridos de mayor gravedad hacia el Hospital Militar Conjunto en Puerto Argentino. A minutos de llegar, el poblado estaba siendo atacado nuevamente por Sea Harriers. El helicóptero descendió en un monte cercano. Allí, uno de los heridos falleció. Julio, entonces, decidió continuar el vuelo. Antes de arribar al hospital, otro herido murió. 

El día del Bautismo de Fuego para la BAM Cóndor dejó un oficial y siete suboficiales fallecidos, todos pertenecientes al Escuadrón Pucará. El helicóptero (que regresó a nuestro país en un vuelo increíble), fue declarado como Tumba de Guerra por ese trayecto del 1 de mayo. Fue el primer vuelo en situación de guerra de los helicópteros de la Fuerza Aérea en Malvinas.

Días difíciles
Aquel 1 de mayo no fue, sin embargo, el día más difícil para Julio. La pérdida de dos camaradas y amigos lo derrumbó anímicamente.

“Recuerdo el 13 de mayo el penoso derribo involuntario del avión y posterior fallecimiento del primer teniente Fausto Gavazzi, producido por nuestro cañón antiaéreo 35 mm ubicado en Darwin. Ese día era otro más de la guerra donde permanentemente nos atacaban aviones enemigos, pero recuerdo perfectamente el momento que se escucharon los disparos del cañón y los posteriores gritos de ‘¡Viva la Patria!’ de los que vieron caer el avión, pero no sabían realmente lo terrible que había sucedido. A los pocos minutos salió un Helicóptero Bell 212 a buscar los restos del piloto inglés derribado, pero se encontraron con la dura sorpresa que el avión de combate derribado era nuestro y su piloto había fallecido. Cuando regresaron a la Base con la triste noticia pude ver el casco de vuelo con su nombre y otra vez me derrumbé anímicamente, no lo podía creer…, dos amigos caídos de la misma manera por el fuego de artillería antiaérea propia, el primero fue el capitán Gustavo García Cuerva en un Mirage M-III, compañero mío de la escuadra de esgrima en la Escuela de Aviación”, relata Julio.

LOCALES en tierra

En el Chinook MH91 Brouwer de Koning volaba durante todo el día trasladando material y personas desde Puerto Argentino hacia la Base Cóndor, instalada en Darwin

Una carta
Hace algunos años Julio comenzó a escribir sus memorias de guerra, que pronto espera convertir en un libro. Allí relata un particular suceso, que lo marcó.

“El 30 mayo, mientras caminaba por la avenida costera de Puerto Argentino, regresando hacia un hipódromo que se había convertido en lugar de aterrizaje para los helicópteros y algunos aviones pequeños, entré a la oficina a la que llegaba la correspondencia.  Me puse a mirar si encontraba algo de mi interés, cartas, revistas, en fin algo interesante que enviaba la gente preocupada por nosotros. Encontré casi de inmediato una carta para el primer teniente Luis Castagnari, entonces la tomé para llevarla porque estábamos alojados juntos. En ese momento que la estaba leyendo, el encargado sin saber me hizo un comentario donde me decía que anoche había fallecido Castagnari en un ataque de misil lanzado desde un buque inglés. Quedé paralizado con la carta en la mano, la devolví y solo opté por salir de la oficina para seguir caminando con un tremendo dolor que no podía soportar”. 

Sin  ninguna duda fue el día más triste de la guerra para Julio. Castagnari lo había elegido como su amigo de confianza y albacea, y se conocían desde varios años antes cuando, cada uno con su respectiva esposa, vivían en el mismo edificio en Ciudad Evita, en la provincia de Buenos Aires.

Julio dejó Malvinas cinco días antes de que finalizara el conflicto. Regresó al continente a bordo de un avión Hércules, en un vuelo nocturno. Esa imagen lo asalta cada tanto. “Aunque cuando uno elige la carrera militar se prepara para la guerra, nunca creí que me tocaría atravesar momentos así, hubo varios muy difíciles. En ese momento creo que éramos un poco inconscientes de lo que estábamos haciendo. De todas maneras no me afectó psicológicamente, seguí volando varios años más después de la guerra”,resume.

Emotivo homenaje

LOCALES DiscursoRecientemente el comodoro retirado Julio Brouwer de Koning fue homenajeado en Villa Ascasubi, su localidad natal, junto a otros excombatientes de Malvinas. Emocionado por el rescuentro con algunos de ellos, dijo: “Este momento es para recordar a los 649 héroes argentinos caídos en combate, que lucharon por nuestra bandera hasta perder la vida. Me llena de emoción este acto recordatorio a nuestros valientes jóvenes argentinos”. Julio Brouwer de Koning vive actualmente en la provincia de Buenos Aires.  Está casado, tiene cinco hijos y regularmente llega a Río Tercero para visitar a sus familiares. Después de combatir en Malvinas nunca regresó a las islas.

Haciendo historia en la Antártida

Antes de su participación en la guerra de Malvinas la carrera militar había llevado a Julio Brouwer de Koning a ser parte de otro evento histórico, que relató en un libro titulado “Primer cruce histórico hacia la Antártida". Allí se refiere al primer cruce de dos helicópteros Boein-Vertol 308 Chinook desde Río Grande, Tierra del Fuego, a la Base Marambio de la Antártida Argentina. Se convirtieron en los primeros de su tipo en concretar el enlace hacia el continente antártico.

“Me decidí a escribir estas memorias con el fin de que quede una experiencia vivida hace 40 años por gente muy valiosa, patriota y así poder comparar con el tiempo los nuevos procedimientos para ir al continente blanco”, señaló Julio.

“Creo que es una pequeña parte del esfuerzo que hace nuestro país para que algún día tengamos la soberanía de esos lugares en los que permanecemos durante tantos años realizando innumerables tareas científicas”, aportó.

“Personalmente, tuve la oportunidad de participar en el primer cruce histórico en helicóptero hacia la base Vicecomodoro Marambio de la Fuerza Aérea con un equipo de gente sumamente capacitada que nos brindaba una seguridad y confianza para poder lograrlo exitosamente”, señaló.

Julio dijo que espera que estas vivencias antárticas hoy sean valoradas, así como se valoraron en aquella época, “como una hazaña operativa con riesgo calculado y con profesionales que permitieron realizarla con éxito”. 

En su libro también cuenta experiencias vividas desde sus comienzos con los diferentes helicópteros hasta la participación en diferentes campañas antárticas.

LOCALES VolandoLOCALES Libro

La portada del libro en el que Brouwer de Koning relata la experiencia en la Antártida y una imagen volando

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