El distanciamiento social de la muerte

Locales 10 de noviembre de 2020 Por Tribuna
La pandemia alteró la excepcionalidad de los rituales de la muerte. La muerte por COVID tiene nuevos protocolos.
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Por Adrián Vitali*

La pandemia producida por el COVID19 altero la cotidianidad de la vida y nos organizamos con una nueva normalidad. Tenemos que usar barbijos, lavarnos las manos con jabón y usar alcohol en gel, tomar distancias en las filas para pagar los impuestos o para comprar alimentos. Los encuentros familiares están determinados a una decena.   

Pero también la pandemia alteró la excepcionalidad de los rituales de la muerte. La muerte por COVID tiene nuevos protocolos donde se exige el distanciamiento de los vivos. Los familiares ya no pueden tocar el cuerpo ni prepararlo para el velatorio. Este debe introducirse desnudo sin su ultimo ropaje en una bolsa de cadáver plástica de alta densidad, impermeable y con cierre hermético en la misma habitación de aislamiento donde falleció.   

Luego se pulveriza con desinfectante de uso hospitalario o con una solución de hipoclorito. Y se lo coloca en un ataúd para llevarlo al crematorio o al entierro.   

La nueva normalidad de la muerte nos arrebató los viejos rituales de los velorios, donde se velaba la memoria y se conmemoraba la historia de la persona fallecida. Ese lugar socializador donde se encontraban los que no se habían visto más, para despedir la misma vida compartida y celebrada en algún momento de la historia.   

En esta nueva normalidad de la muerte, el dolor queda atomizado en la impotencia de la ausencia sin rituales. Porque el dolor solo puede ser contenido y aliviado con los abrazos y las palabras de los amigos.   

Nos quedamos solos en el andén como el Viejo Matías, mirando las vías vacías del último tren que no pudimos despedir, porque salió de noche con distanciamiento social y en el horario de la nueva normalidad.

*Exsacerdote católico Exsecretario de Participación Social municipal  

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