Opinión. A 25 años del atentado, la herida sigue aún abierta

Locales 01 de noviembre de 2020 Por Tribuna
El intendente Marcos Ferrer plantea, en vísperas de los 25 años de las explosiones en la Fábrica Militar, la necesidad de lograr la reparación histórica por parte del Estado nacional y apunta a la educación.
FERRER

Por Marcos Ferrer*

Hay hechos en la historia que desencadenan una irrupción en los engranajes del tiempo, que desencajan los días, los meses y años hasta el punto de hacer olvidar el sentido de la vida, el para que estamos aquí o también pueden convertirse, a través del paso indolente del tiempo, en motor de cambios profundos. Nuestra ciudad fue el escenario de ese tipo de sucesos. 

Hace 25 años, alguien, algunos, todos, impusieron su nefasto y funesto designio en nuestra cotidianidad, arrogándose la posibilidad de hacer explotar por los aires todos nuestros sueños ciudadanos, rasgando la esperanza necesaria para desear el porvenir próspero de la ciudad que elegimos para vivir. Digo “todos” porque lo que aquí se cometió fue un crimen de Estado.

El atentado del 3 de noviembre de 1995, fue pergeñado, guiado e implementado por el Estado. Así lo señala el fallo judicial que asegura el "pleno convencimiento de que se trató de un atentado provocado de modo intencional, organizado y direccionado para lograr el ocultamiento de pruebas sobre el contrabando de material bélico y la consiguiente impunidad de sus autores y cómplices".

Atentado perpetrado por las altas esferas del Poder Ejecutivo conducido por el presidente Carlos Saúl Menem, en coordinación con las jerarquías militares. Así lo denunciaron las primeras voces que se alzaron en búsqueda de justicia. Como suelen ser los atentados ejecutados por el Estado, la voladura de la FMRT, tiene una lógica intencional basada en el encubrimiento de los actos de corrupción cometidos por funcionarios públicos. La venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador fue el delito que motivó semejante maniobra.

Pero esa lógica basada en la intencionalidad mafiosa se complementa con el daño intencional de las muertes de nuestros ciudadanos. Muertes que son nuestras muertes, como son nuestros los abrazos que no están, las risas que se llevaron, los sueños que truncaron, y las heridas que no cierran. 

"Pedimos que los ojos del Estado, que es la mirada de todos los conciudadanos con los que compartimos esta patria, se posen en Río Tercero y otorguen la posibilidad de reclamar la Reparación Histórica para nuestro pueblo".  

A 25 años del atentado, hemos resistido con memoria, la debacle del tiempo y la falta de justicia. Henos aquí de pie con los ojos puestos en el mañana y sin ánimos revanchistas. Porque un pueblo que se levanta de las cenizas del dolor y la muerte, sabe que el camino es potenciar la vida. Por eso pedimos que los ojos del Estado, que es la mirada de todos los conciudadanos con los que compartimos esta patria, se posen en Río Tercero y otorguen la posibilidad de reclamar la Reparación Histórica para nuestro pueblo.  

Es Reparación, porque implica asumir que el Estado es responsable de haber actuado contrario a los derechos fundamentales que debe garantizar, por ello tiene la obligación ética de extender los mecanismos institucionales que le son propios para remediar y recomponer lo que destruyó intencionalmente.

Es Histórica porque los crímenes de Estado se mantienen inalterables al paso del tiempo, lacerando año tras año a los ciudadanos que ven que la justicia se aleja y nunca llega. Entendemos que la Reparación Histórica debe materializarse a través de procesos simbólicos que permitan darle a nuestra ciudad la posibilidad de transformación necesaria.

No hay proceso simbólico más poderoso y relevante que la educación. Por ello pedimos y reclamamos que el Estado comience los entramados organizativos necesarios para poder contar con la Universidad Nacional de Río Tercero. Estamos convencidos que ser destinatarios de un centro propio de altos estudios daría la oportunidad de regenerar los lazos sociales a partir de principios democráticos, potenciar la matriz productiva y dar el impulso necesario para que los ciudadanos puedan pensar y diseñar su proyecto de vida con arraigo en la ciudad. Todas estas acciones son deudas que la patria tiene con aquellos que son sus hijos. 

Tal como comencé este escrito, estos sucesos trágicos, como el atentado del 3 de noviembre, pueden convertirse en motor de cambios. Eso fue demostrado por los habitantes de Río Tercero, que, a pesar del dolor y el espanto, la ciudad pudo seguir adelante poniendo empeño en la solidaridad, en el amor y la perseverancia para reconstruirse. Pero, es difícil pensar en el futuro de los que están y los que vendrán, sin que el Estado, primero, repare nuestro pasado.

*Intendente municipal de Río Tercero 

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