César Tapia: “Hay un policonsumo que complica”

Locales 02 de septiembre de 2023 Por Tribuna
A partir de un informe nacional recientemente revelado, el análisis recae sobre la situación local por parte de alguien que la conoce tanto desde el ámbito privado como público.
LOCALES - Tapia

Recientemente, el INDEC junto a la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar), realizaron una encuesta en hogares sobre consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegalizadas.

El relevamiento realizado durante el año pasado, abarcó más de 40 mil hogares de centros urbanos del país, sobre personas de entre 16 y 75 años. De allí resultó que alcohol (66,2%), tabaco (25,6%), marihuana (13,8%), tranquilizantes (6,9%) y cocaína (0,6%) son, en ese orden, las drogas más utilizadas. 

Este estudio revela cifras que le dan forma a una compleja realidad, pero detrás del análisis cuantitativo, se condensan distintas visiones que aveces colisionan entre sí.

En Río Tercero, por el trabajo realizado tanto en el ámbito privado, desde una comunidad terapéutica, como el público, encabezando un área específica del Municipio, César Tapia es referencia cada vez que el tema se reinstala en la agenda pública.

-¿Tuvo acceso al informe?
    -Sí pero lo noté muy banal, tirando a querer suavizar la cuestión y hay mucho más de fondo para analizar. Por ejemplo, con el cannabis noto una sociabilización, naturalización y mala información, con una buena prensa. En el informe dice que hay un alto porcentaje de gente que no lo consume por la parte medicinal sino recreativo y ahí veo el gran problema porque se desconoce la información con rigor científico de lo nocivo que es el consumo. No solo lleva a la puerta de otras drogas más duras, también puede generar trastornos psicológicos, de orden esquizofrénico y brotes psicóticos. Pero no todo es culpa de la marihuana, también hay un policonsumo, especialmente de los 16 a 30 años que complica la situación. Hay que romper con el mito de reducir las adicciones al consumo de sustancias, porque también hay un auge a consumir lo que venga; celulares, información, compras compulsivas. Creo que tiene que ver con un vacío existencial que no está saciado. Es un estudio para la sociología. Se nota en los más vulnerables y jóvenes que no están entusiasmados por la vida, sumado a una situación geopolítica, donde la plata no alcanza, estudiar no tiene resultado positivo, el proyecto de vida se ve obstaculizado por un montón de trabas; todo genera un terreno fértil para adicciones que vienen a ser una anestesia.

-¿Cree que se confunde felicidad con placer?
    -Ahí está el gran tema. Muchas veces confundimos felicidad con esa sensación de estar todo el tiempo allá arriba pero que es meramente pasajera, la felicidad es un estado emocional permanente, es decir, puedo ser feliz a pesar de una determinada situación. Mas en un mundo que te empuja a comprar que tenes que ser feliz las 24 horas, pertenecer si tenes tal o cual cosa, todo eso oprime. Ante el contacto con estas sustancias, el cerebro quiere esa dopamina y chau problemas.

-¿Cómo evoluciona este flagelo a nivel local?
    -Hay aspectos que me marcan que este problema crece como ocurre a nivel país, aunque Río Tercero tenga la excepción de buen acierto del intendente al crear una Dirección que no tiene cualquier municipio. Debe estar en la agenda pública alguna acción de prevención y asistencia, en cuanto a lo que se pude hacer. Para la otra parte vinculada al narcotráfico no tenemos el poder de policía. El crecimiento de las estadísticas se ve en la demanda, porque cada vez hay más llamadas y consultas. Otra particularidad es que en la comunidad terapéutica no hemos tenido una cama desocupada durante un solo día estos dos últimos años, un chico se va a la mañana y a la tarde ya está ocupada por otra persona. Hay contacto a edades cada vez más tempranas. Cuando un joven de 22 años ya tiene la necesidad emergente de estar contenido y enfrentar la abstinencia porque en la casa no lo pueden ayudar más, habla de que empezó a los 15 o 16 años. Otro factor puede verse a través de las escuelas y sus autoridades que nos solicitan ayuda porque vieron conductas relacionadas con adicciones a sustancias. También se está dando una adicción al celular, que no es menor, los efectos son otros, se quedan sin palabras. Justamente, adicción significa falta de palabra. Ves grupos de personas, cada uno con su celular, sin comunicación humana. Eso va a traer muchos trastornos psicológicos, intrapersonales en ciertas relaciones que ya lo estamos viendo. Ni hablar el peligro que esto tiene, en cuanto al abuso de niños y muchas redes maliciosas difíciles de identificar. 

-¿Cómo convive con la dualidad entre el cannabis medicinal y recreativo?
    -Creo que hay mucha hipocresía con lo que nos deja el rigor científico. El permiso que habilita a tener plantas medicinales habla bien claro de un uso del aceite como paliativo y no de medicina. Hoy tenemos drogas de buena prensa y otras de mala prensa como ocurre con el cigarrillo. Estan comprobados algunos efectos positivos en el HIV o la paralisis refractaria y uno celebra que se pueda seguir investigando el tema, pero se busca equiparar ese uso al recreativo. Es indiscutible que el alcohol y la marihuana son la antesala para lo que viene. Ambos hoy día nacen casi juntos. Pero el problema está en esa facilidad, falta de prevención desde el Estado, difundir porqué una ley prohibe tomar alcohol antes de los 18 años. Como sociedad también debemos entrar en un sistema de rehabilitación social. Hay mucha hipocresía en un país donde un tratamiento para las adicciones representa un costo inalcanzable para cualquier familia porque no hay un lugar publico, gratuito y digno donde ir.

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