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AGRO. La gallina de los huevos de oro

Columna de opinión de Manuel Graziani, miembro de la comisión directiva de la filial local de la Federación Agraria Argentina (FAA).

Locales 08/04/2023 Tribuna Tribuna
AGRO

Un día al fin sucedió lo que siempre se supo que iba a ocurrir: la gallina de los huevos de oro dejó de producir.

Esta metáfora es plenamente aplicable a lo que hoy en día está ocurriendo y de lo que la mayoría de la población se ha dado cuenta, el agro argentino no va a dar el huevo de oro esta campaña. La atroz sequía y la helada temprana caída dejaron a los productores con la peor cosecha en muchísimos años, empujando a muchos de ellos, sobre todo pequeños y medianos, a una situación económicamente complicada con costos enormes de producción que no podrán afrontar.

Los rindes de la soja y los cultivos que hoy se cosechan solo alcanzan, en algunos casos, para pagar el alquiler al dueño del campo, sin cubrir el costo que demandó dicha producción, tratándose de trabajos e insumos dolarizados. 

El agro es una fábrica a cielo abierto y esta vez la suerte fue esquiva. Quizás en un país normal, el gobierno debería ponerse a disposición de quien todos los años le llena los bolsillos de dólares, para ayudarlo a empujar el carro y sacarlo del barro. Claro está que Argentina no es el caso, quien se come el huevo de oro se rehúsa a alimentar a la gallina. 

Ante la solicitud de auxilio, no se ha otorgado ninguna solución o ayuda decente. Pareciera ser que es socio en las buenas, participando en más del 60% de la renta, pero ajeno en las malas; al punto tal, que estos productores que saldrán a pérdida continúan pagando los anticipos de una ganancia que no va a existir hasta tanto prueben el desastre.

Nos encontramos frente a un Estado enorme e ineficiente, cuya ineficiencia es soportada por el sector privado en su conjunto, ya sea económicamente activo o bien por los jubilados, que ven diezmados sus ingresos por una inflación galopante. 

En Argentina los últimos años la única empresa segura es la política, sea como sea, cada vez se ven más dirigentes millonarios. Ya sea en un pueblo pequeño o en una gran ciudad, sus dirigentes forman parte de las esferas más acomodadas. Lo paradójico es que sus sueldos no se condicen con el nivel de vida que ostentan a la luz del día. Sin embargo, parece que a nadie le interesa. 

Esta fiesta nos llevó hasta este punto: políticos enriquecidos y el sector privado al borde del colapso. La innumerable lista de malabares que hay que hacer para afrontar los gastos del día a día de quien trabaja y produce, no se condice en modo alguno con la realidad de nuestros gobernantes, quienes a gusto y placer malgastan el dinero público en despilfarros y acomodos de amigos. Me animo a decir que la principal preocupación de muchos de nuestros gobernantes no es la terrible crisis económica que vivimos ni el hambre que algunos argentinos padecen, sino la campaña para las elecciones de este año… Claro, hay que salvar los privilegios.

A este estado de las cosas, pareciera que están pasando por alto que quienes sostienen el sistema son los que cada día madrugan, trabajan y se esfuerzan por producir y mejorar,  no aquellos aplaudidores a sueldo o intenciones compradas a último momento. Parece ser que van a tener que tomar cartas en el asunto y dejar de describir los problemas como si fueran ajenos a ellos. Si no, inevitablemente va a sucederles a muchos lo que le pasó a Berni. No hay más lugar para seguir jugando con el dinero y la paciencia de la gente, quienes decían por el año 2004 que venían a mejorar la situación de nuestro país hoy nos dejan al borde del abismo mientras ellos siguen de fiesta.  

Quizás este año sea el punto de inflexión: ya no hay de donde sacar porque la gallina de los huevos de oro dejó de producir.

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