Informe especial: ¿Cómo se mide la inseguridad en Río Tercero?
La sensación de sentirse seguro puede ser personal, particularmente condicionada por el contexto, pero no deja de convivir con una percepción colectiva que vale la pena atender.
En este complejo escenario, los presidentes vecinales pueden resultar un termómetro para evaluar realidades de cada barrio que confluyen en un análisis de lo que representa esta preocupación nacional, con ojos riotercerenses.
En términos generales, puede observarse que si bien dista de la situación reinante en otras grandes ciudades, al menos por su envergadura, el delito constituye una gran preocupación a nivel local, con un rol activo de los vecinos para apoyar dentro de sus limitaciones, el rol de la Policía, que no cuenta con los recursos necesarios.
La referencia de Marín Maroto no puede quedar al margen, tratándose de un barrio donde se apeló a una herramienta distintiva con respecto al resto de la ciudad, como son las alarmas comunitarias.
“Es un sistema colaborativo que disuade mucho y nos hace sentir más conectados”, resume el presidente vecinal Sebastián Gerbaldo, sobre esta alternativa a la que se van sumando cada vez más familias de este extenso sector de la ciudad.
Mediante un control remoto, el vecino activa sirenas ubicadas en postes de la vía pública, no solo ante un potencial ilícito sino cualquier emergencia o cuestión médica, por ejemplo.
Incluso, el dirigente barrial afirma que reciben consultas para instaurar el sistema en otros puntos de Río Tercero.
A pesar de esto, afirma que la situación todavía es “crítica” por la sucesión de hechos delictivos, sobre todo en obras de construcción, que dominan un amplio sector del mismo, y también se registraron ingresos a domicilios en ausencia de sus moradores.
“Estamos avanzados pero vamos corriendo de atrás, sobre todo porque la Policía, por más buena voluntad que tenga, no cuenta con los móviles ni el personal necesario para cubrir una ciudad como Río Tercero”, advierte Gerbaldo.
En contrapartida, asegura que se sienten acompañados por el Municipio, algo que en términos concretos se traduce no solo en una fluida comunicación con funcionarios, sino la instalación de cámaras de seguridad e iluminación led, que solicitan seguir expandiendo por su notable diferencia con la antigua tecnología.
Daniel Luna, se encuentra al frente de la comisión vecinal de barrio Media Luna y también define la situación en torno a la seguridad, como “bastante preocupante”.
Desde su lugar de privilegio para observar la realidad barrial, asegura que hay muchos actos delictivos “de distinto calibre” y que se recrudecieron con las aperturas post-pandemia.
También advierte que ya no se concentran en sectores cercanos a terrenos descampados como ocurría anteriormente y yendo más allá, sostiene que la situación se ha generalizado entre los barrios de la ciudad. Según afirma, robos de cubiertas y asaltos en domicilios, encabezan la lista de ilícitos en este barrio.
A su vez, está convencido que los hechos superan largamente la estadística oficial porque la mayoría de los vecinos no hace la denuncia, dado el tiempo que implica.
Para ayudar en este sentido, Luna destaca que están trabajando junto a la comisión en un proyecto para receptar información de los vecinos afectados, que permita obtener “un resultado real sobre la realidad del barrio” y así colaborar con la Policía, a la que consideran limitada en cuanto a recursos.
El presidente vecinal suma como problema adicional, el accionar de la Justicia en cuanto a la rápida liberación de los delincuentes.
El aporte del Centro de Monitoreo
Desde hace cuatro meses, la ciudad cuenta con un Centro de Monitoreo y Vigilancia, que busca complementar el trabajo de la Policía, en materia de seguridad.
Desde allí, tres personas en tornos rotativas observan lo que ocurre durante las 24 horas en 170 cámaras instaladas en puntos estratégicos de la ciudad. También hay una central telefónica digital con grabación y derivación de llamadas que se receptan al 103 de Defensa Civil.
Si algo se escapa a la visión de quien está monitoreando, el material fílmico permanece grabado durante 30 días, para poder ser consultado si el esclarecimiento de algún suceso lo amerita.
El secretario de Seguridad y Medio Ambiente, Miguel Canuto, prevé la instalación de más cámaras en sintonía con un aumento de la demanda que están observando, particularmente en clubes a donde asisten chicos y suelen retirarse de noche. Claro que esta expansión demandará recursos no solo económicos sino tecnológicos, ya que requiere, por ejemplo, la presencia de fibra óptica.
El funcionario remarcó además, el costo que implica tanto la instalación de equipamientos como el mantenimiento de cámaras instaladas en la vía pública.
Adicionalmente, Canuto destacó que cuentan con un mapeo de otras 2.000 cámaras privadas instaladas en la ciudad y sus propietarios generalmente se muestran predispuestos a colaborar. También tienen detectados los “puntos oscuros” donde hay cierta carencia de cámaras y se le sugiere a la Policía, aumentar el patrullaje.
“No estamos lejos del ideal”, subraya en torno a la infraestructura disponible, anticipando que pronto llegarán a contar con 200 cámaras y que la idea del intendente, Marcos Ferrer, es instalar lectores de patentes en los diferentes ingresos a la ciudad.
El funcionario está convencido que todo lo montado en materia de seguridad tiene un poder disuasivo. “Los delincuentes saben que hay cámaras pero es muy importante hacer urgente la denuncia para ir adelantando el trabajo de la Policia”, remarcó.
En ese marco, destacó el contacto fluido con dicha fuerza, mediante el intercambio de imágenes y reconoció las limitaciones, afirmando: “Por lo poco que tienen, hacen un gran trabajo”.
Por otra parte, se mostró reticente a hablar de “zonas rojas” del delito y sostiene que si bien hay robos, la ciudad todavía está libre de hechos con demasiada violencia y la comparación con otras grandes urbes provinciales, resulta favorable.