México y un nuevo desafío para Latinoamérica

Locales 10 de julio de 2018 Por Erika J. Vázquez Flores
El significado del voto mexicano.
Mexico

El 1 de julio pasado se celebró en México la más concurrida elección en su historia, no solo por el número de votantes, se calcula alrededor de 90 millones, sino  porque se eligió  presidente de la Nación,  500 cargos para diputados y 128 para senadores.  También nueve gobernaciones en varios estados (provincias), además de cargos locales y municipales. La participación fue de más del  63%, por lo que  acudieron  a votar 56,4 millones de mexicanos. Cifra récord, ya que en este país el voto no es obligatorio y siempre había ganado el abstencionismo y la desesperanza.

Fue una jornada muy movida con largas filas a pleno sol de verano, pero eso no detuvo que la mayoría acudiera a la casilla del distrito que corresponde con su credencial de elector. En general fue una elección pacífica y muy cuidada pues había observadores internacionales y organismos nacionales que estaban atentos para reportar  cualquier  tipo de anomalía.  Una característica en las últimas elecciones presidenciales.

Para el exrector de la máxima casa de estudios del país la Universidad Nacional Autónoma de  México  (UNAM), Juan Ramón  de la Fuente, el voto mexicano fue una suerte de catarsis colectiva “hubo un desfogue de toda una serie de emociones”. De la Fuente señala que más que una convicción  política lo que movilizó a los ciudadanos a votar fue el hartazgo, el enojo  y la decepción que generó el gobierno actual de Enrique Peña Nieto. Presidente que en sus seis años  de mandato incrementó la pobreza, la inseguridad y la corrupción.  A esta lista habría que agregarse una serie de políticas y reformas económicas  equivocadas que ampliaron la brecha social y polarizaron al país a un punto de  ida sin  retorno. El pueblo mexicano necesitaba de algo distinto;  más cercano  y sobre todo más creíble.

Sin lugar a dudas, el discurso progresista más la larga y coherente trayectoria de Andrés Manuel López Obrador fue lo que terminó de inclinar la balanza. El candidato de MORENA se postuló a la presidencia en 2006 y 2012 (en México el período presidencial dura 6 años)  y  en las dos había perdido con un ínfimo margen de diferencia (no hay segunda vuelta).   En ambas ocasiones se declaró fraude pero el candidato de la oposición no renunció.  Como reza el dicho, para López Obrador “la tercera fue la vencida” y con el 53% de los votos fue el ganador indiscutible. Muy por encima del candidato del PRI que apena sumó el 16% y del PAN con el 22 %.

Más allá de las cifras y las frases que quedan de las campañas políticas, lo que le espera a Andrés Manuel López Obrador, (conocido también como AMLO, por la sigla de su nombre), no es una tarea fácil: gobernará un país de más de 120 millones de habitantes con una geografía política muy compleja y una historia plagada de injusticias y complicidades entre políticos corruptos y élites sociales.  Además de una mayoría que podemos llamar grupos marginales que exigen reparación del daño a una deuda histórica; pueblos indígenas, campesinos, obreros, vendedores informales, estudiantes de escuelas públicas, sin olvidar a aquellos que  se convierten en desempleados o son cooptados por las mafias del narcotráfico.

López Obrador

¿Quién es AMLO y por qué ha decidido abrir la puerta a la izquierda para  darle una esperanza a México cuando pareciera que en Latinoamérica hay una mirada que esquiva ese ángulo de la política?

Con 64 años de edad, y más de 40 años en la carrera política, López Obrador estudió en la UNAM Ciencias Políticas y Administración Pública. Ha escrito 13 libros desde 1990 a la fecha, en los cuales expone sus ideas políticas, analizando y reflexionando sobre  la historia del país. Empezó a destacarse como luchador social siendo muy joven en su natal Tabasco, al sur del país. Luego se alistó al PRI, donde trabajó como director del Instituto Nacional Indigenista y en la Dirección de Promoción Social.  Pocos años después renunció al partido cuando alegó fraude en las elecciones municipales de su estado.

Junto con otro líder de izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas,  funda en 1989 el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se convirtió en la tercera fuerza política.  En el año 2000 fue el Jefe de Gobierno (Intendente) del Distrito Federal y fue en esta plataforma que dio a conocer su propuesta política bajo el lema “primero los pobres”. Apuntaló al DF como el lugar con mayor crecimiento económico, políticas de inclusión social así como una fuerte movida cultural. Renunció a un año del término para lanzar su candidatura para la presidencia. Representó a este partido (PRD) en las elecciones de 2006 y 2012, pero dimitió en 2013 con el argumento que el partido había desvirtuado los objetivos y compromisos con el pueblo. Por ello funda la asociación civil MORENA, la cual alcanza su registro como partido dos años más tarde.

Desde el 2015 fue el candidato del partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA),  que  finalmente lo lleva a la presidencia. El dato a destacarse no es el amplio margen de su victoria con respecto a los otros candidatos, sino que por primera vez gana alguien que no es ni del PAN ni del PRI, los partidos hegemónicos que han gobernado al país hace un siglo. Es además el primero que llega con una propuesta discursiva de izquierda que México desconoce y que ha sido muy controvertida pues no ha faltado quien argumente que el país se convierta en una nueva Venezuela. Nada más alejado de la realidad, pues en numerosas ocasiones el presidente electo ha dejado bien claro una posición reconciliadora y negociadora con los diferentes sectores de la sociedad. No obstante, el cambio se vislumbra profundo porque fiel a su compromiso  con los sectores  más desfavorecidos, ha anunciado la creación de escuelas y universidades públicas.

Gabinete

Por ahora lo que ha llamado más la atención es el equipo con los que trabajará en su gobierno. Nueve miembros de su gabinete estudiaron en la UNAM y más del 50% son mujeres, cuestión no menor en la historia del país que se había caracterizado por tener  una plataforma política mayoritariamente masculina. Por primera vez en la historia no sólo de México sino de América Latina, un país tendrá una estructura política con equidad de género, mujeres intelectuales pero también con una amplia experiencia en gestión pública.

Desde el sur de América fuimos pocos los que pudimos votar en estas elecciones, pues el migrante mexicano se encuentra en mayor número en Estados Unidos. No obstante, su voto fue importante más allá de la cantidad porque para muchos era imprescindible participar en un cambio que diera pauta a los latinoamericanos  para pensar que un movimiento social de izquierda por vía pacífica es posible.

Las elecciones en México son una lección que bien vale la pena  atender para los demás países latinoamericanos  por  su gran participación desde abajo. Desde ese México Profundo, con sectores que comúnmente se habían mostrado apáticos, desde intelectuales, artistas, asociaciones civiles, vecinos, pandillas y migrantes. Nace una demanda con un empoderamiento social  que busca  regenerar  el tejido social, combatir  la corrupción y dar esperanza a un país que busca en el desafío su mayor triunfo.

*Profesora de Historia nivel Medio y Superior en Río Tercero. 
     Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara, México

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