Para ellas, estos grandes deportistas siempre serán sus bebés

Locales 16 de octubre de 2021 Por Tribuna
Son mamás de deportistas y su inspiración más grande. Las primeras seguidoras, fieles y eternas cuidadoras. Las que estuvieron desde el primer día, en las victorias, en las derrotas, pero sobre todo en el sacrificio.
GUSTAVO-NANCY Y JUN MANUEL
Gustavito Fernández y su mamá Nancy

Detrás de cada persona se esconde una figura importante, la de Mamá. Y en la vida de muchos deportistas el rol de la madre es clave para su formación y desempeño, y quizás son ellas, en gran parte, las responsables de todo. 

Ivonne “Cuqui” Madruga es una de las personas más importantes en la vida de la ex tenista Ivanna Madruga. Como así también lo es de Marcelo, su hijo menor. 

Sentada en el comedor de su casa recordó aquellas épocas. Ser madre de una deportista fue duro y la vez hermoso, se tenía que dividir como cualquier otra madre, pero cuando podían estar todos juntos se sentía completa. “Ivanna y su padre viajaban y nosotros nos quedábamos solos esperándolos. Y cuando yo podía acompañarlos extrañaba a mi otro hijo. Lo más lindo era cuando podíamos ir los cuatro”, señala. 

IVANNA Y MAMA

Contó que el sacrificio que hicieron tanto la tenista como el resto de la familia fue enorme pero que les dio muchas gratificaciones y a ella como madre la llenó de orgullo y emoción ver a sus hijos realizándose. “Cuando íbamos a los torneos y escuchaba que la nombraban se me caían las lágrimas, pero lo disimulaba con mis lentes. Cuando Ivanna perdía se quedaba con la “trucha” y yo trataba de consolarla y que entendiera que siempre habría otras oportunidades”. 

“Lo mismo hacía con Marcelo, al cual apoyaba en sus estudios. Siempre buscaba la manera de mimarlos lo más que pudiera, con comida y con amor”, expresó. 

Recordó entre risas, la infancia de ellos. “Ivanna era tremenda, ella mandaba a todo el mundo y Marcelo y su prima la seguían y hacían todo lo que ella decía. Se la pasaban jugando y dándome vuelta la casa”. 

“Cuqui” es una mamá excepcional. Dedicó su vida a la crianza y al acompañamiento de sus hijos. Ahora lo hace con sus nietos, a quienes, según ella, malcría y lo hará también con el bisnieto que viene en camino.
   El domingo celebrará su día con parte de esta hermosa familia que formó, y que a pesar de años de distancia, viajes y sacrificios ahora pueden festejarlo todos juntos. “Mis hijos ya son grandes, pero una nunca deja de ser mamá”. 

Pechito y Mabel
El piloto de automovilismo José María “Pechito” López tiene la enorme suerte de tener de mamá a Mabel Vecchio. Además, de “Pechito” Mabel es mamá de Juan Manuel, Tamara y Gaspar, su “hijo del corazón”, como ella le dice. 

MABEL Y PECHITO

Dividida entre todos sus hijos, Mabel confesó que ser mamá de José María es tarea fácil y que al mérito se lo llevan sus hermanos, quienes muchas veces tuvieron que resignar un poco de atención. 

“Él tenía su sueño desde los 8 años y lo que se propuso lo consiguió. Lo difícil es que lo tuvimos que soltar de muy chico. A veces me siento culpable, pero entendí que fue la única manera de que pudiera llegar donde llegó y él lo agradece”. 

Emocionada contó que José se formó solo, que a veces no tenía con quien hablar y eso fue lo duro de la distancia en un principio, donde no había muchas formas de comunicarse. “Un día se dio cuenta de que no había hablado con nadie por tres días, pero ese esfuerzo lo llevó hasta donde está hoy y a ser quien es”.

“Él siempre dice que el día a día pasa pero que lo realmente duro de estar lejos es que cuando uno gana no hay con quien celebrarlo y que cuando pierde nadie a quien abrazar”, confesó. 
 

“Mi vínculo es extraordinario, hablamos de todo y siempre estoy para él como para el resto. En los momentos más lindos de triunfos y en los que no también. Mi hijo es muy dulce y respetuoso y eso me llena de orgullo. Todos los son”, indica.

“Cuando José era chico me dio trabajo porque fue terrible. Un día no lo encontrábamos, lo buscamos por todas partes, pensamos lo peor y resultó que estaba escondido en un tacho grande que habían usado los albañiles en la planta baja de nuestra casa. No tuvo mejor idea que meterse y se quedó dormido. Casi nos morimos del susto. Y como esas tengo varias”, recordó con algo de nostalgia. 

Mabel decidió dejar su carrera de arquitectura para seguir otro camino. “Elegí ser mamá por sobre todas las cosas”, dijo. Y el domingo estará con su familia, celebrando el inmenso trabajo de ser madre. Faltará “Pechito”, radicado desde hace varios años en Europa, pero la alegra saber que siempre está a pesar de la distancia.

Nancy y Gustavo 
Nancy Fiandrino es mamá de dos grandes deportistas: Juan Manuel y Gustavo Fernández. Para orgullo de ella, el primero juega al básquet en Italia, y el segundo es múltiple campeón de tenis adaptado y nada más y nada menos que uno de los mejores del mundo.

GUSTAVO-NANCY Y JUN MANUEL

Para Nancy las cosas se fueron dando naturalmente y casi sin pensarlo ni soñarlo se convirtió en la gran mamá de estos dos exitosos jugadores. 

“Ellos ya sabían lo que querían desde chiquitos y nosotros no hicimos más que acompañarlos y apoyarlos. En el caso de Juan, siguió los pasos de su papá y todo se fue dando poco a poco. Con “Gusti”, no creíamos que fuera posible y él nos demostró lo lejos que llegan los sueños”.   

Casada con el ex basquetbolista Gustavo “Lobito” Fernández, ha vivido gran parte de su vida en una cancha, acompañando, motivando y siendo parte de los momentos más lindos como también de aquellos que no lo fueron tanto. 

Primero empezó siguiendo a su marido para luego convertirse en la fan número uno de sus hijos. “Me considero una gran motivadora, en eso soy buena, gracias que no heredaron el deporte de mí”, soltó entre risas. 

“El proceso no es fácil, se sufre porque como madre queremos que nuestros hijos estén bien y muchas veces se me hace difícil, me duele el estómago, pero lo más importante es disfrutarlo y saber que siempre hay revancha”.  

“El deporte está muy ligado al éxito y hay veces que hacen las cosas bien e igualmente eso no se da, entonces es muy injusto. Cuando Juan perdió alguna final o cuando Gusti quedó afuera de su primera Olimpíada, pude estar para darles ese abrazo consolador que tanto necesitaban”. 

Los hermanos volaron alto desde temprano y Nancy tuvo que aprender a soltarlos. “De alguna forma nos hacen sentir que nos necesitan y a pesar de la distancia siempre intentamos estar cerca”, sostuvo. 

“Me acuerdo cuando Juan tenía 9 años me preguntó que era la Universidad y que él quería ir a la de básquet. Yo le respondí que eso no existía, que solo había lugares en donde se jugaba, pero también se estudiaba. ‘Quiero ir ahí’, me respondió. Y Así fue, con el tiempo se le presento la oportunidad y logró lo que tanto había querido”.

A su día lo festejará lejos de ellos, como es costumbre. “Todavía me cuesta y me angustia un poco pero siempre intentamos estar en la distancia. Yo siento que tengo que celebrarlo porque mi gran profesión es ser mamá”, finalizó.  

Boletín de noticias