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Dos generaciones unidas por la misma pasión: la arquitectura

Mónica Karlen y Juan Clemente comparten su estudio, referente en la ciudad, desde hace diez años

Locales 24/12/2022 Tribuna
LOCALES Karlem
Juan Clemente y Mónica Karlen

Nacido y criado entre planos y escuchando hablar de obras, materiales y tiempos de construcción, en Juan comenzó a anidar desde pequeño la vocación. Absorbió como esponja el lenguaje, la dimensión del espacio, la combinación de texturas. Creció de la mano de una mujer que supo ganarse un lugar propio dentro del mundo de la arquitectura en Río Tercero. Desde hace una década caminan a la par profesionalmente y siguen construyendo su historia.

Mónica  Karlen y Juan Clemente son madre e hijo, arquitectos que comparten el trabajo y se potencian creativamente. El estudio que ambos dirigen cumplió diez años y sigue consolidándose como uno de los más importantes de la ciudad.

El nombre de ella es sinónimo de arquitectura en Río Tercero y la zona. Llegó a la ciudad desde San Francisco y en 1986 abrió su estudio personal. Los que siguieron fueron años de crecimiento. “Le puse tesón, mucha dedicación y pasión. No conocía a nadie aquí. Comencé trabajando en una habitación de mi casa, después abrí el estudio al lado de la casa que alquilábamos en barrio Las Violetas y en 1995 nos trasladamos a este estudio”, cuenta Mónica. Es el mismo espacio que desde hace diez años, ubicado en la tercera cuadra de calle Alberdi, comparte con su hijo Juan y un equipo que vio pasar a “varios y muy buenos profesionales, de excelente calidad humana”. Actualmente Fernanda es quien atiende al público y gestiona trámites; “su rol es fundamental”, aseguran madre e hijo reconociendo su labor. A ellos se suma otro arquitecto quien ejecuta legajos, dibujos y planos.

El edificio los contiene y al mismo tiempo los define. En la planta baja la oficina de ella está llena de planos, papeles y se complica algunas veces encontrar lo que se busca. “Soy desordenada”, admite ella. En la oficina de su hijo nada está fuera de lugar.

Ambos trabajan en proyectos y dirección de obras. El objetivo del estudio Karlen+Clemente es lograr proyectos cada vez más acabados. “Tenemos el privilegio de tener clientes que nos confían desde el día cero hasta el día de su mudanza. Es a lo que uno aspira. Tenemos un caso por ejemplo de un cliente que nos ha confiado desde la vajilla, la ropa blanca, las cortinas de su casa”, describe Mónica.

Así, además del proyecto de arquitectura, Mónica y Juan también se dedican al interiorismo, equipamiento, dirección y ejecución de obra, así como la elección del mobiliario y el paisajismo. En sus obras siempre está presente el arte y actualmente el nombre Karlen+Clemente tiene numerosos proyectos en desarrollo no solo en Río Tercero, sino también en la zona de Calamuchita.

Aunque el estudio se ha encargado de proyectos de urbanismo, edificios en altura, públicos, oficinas, salones de fiestas, el trabajo está mayoritariamente centrado en viviendas. “En este último caso conectás mucho con el cliente, ves atravesar diferentes etapas de su vida. Hay una relación de respeto pero de bastante intimidad. Tratamos de ser muy cuidadosos porque uno está resolviendo cosas que son muy personales”, asegura Juan acerca de la experiencia de construir viviendas en donde se desarrollarán historias.

Proyectos pequeños, grandes satisfacciones
Entre los cientos de proyectos que el estudio Karlen+Clemente llevó adelante hay varios para destacar, pero particularmente uno es atesorado por ambos profesionales: “Hay un proyecto que fue muy pequeño pero nuestro orgullo es que una familia de seis integrantes haya podido mudarse, con la economía que tenían, a una casa de un dormitorio y nosotros lo ampliamos a tres en una superficie muy pequeña. Porque a veces los desafíos no están en resolver cuando hay mucho caudal de dinero, sino cuando está acotado”, resume Juan.

Construir casas donde después transcurrirá la vida es algo que apasiona a madre e hijo y ambos están seguros que debe ser algo hecho en equipo: “La vivienda está por encima de todo, incluso del cliente, de nosotros, del constructor; la casa es el límite del talento de todas estas partes, entonces o se hace equipo o no se puede hacer nada”, asegura el joven profesional.
    
Experiencia y novedad
La tecnología permite que los proyectos que nacen de la creatividad de los profesionales puedan ser visualizados por los clientes, aún antes de que se concreten. “Todavía me acuerdo cuando los clientes se iban con el rollo de vegetal con el plano de su casa y no entendían nada. Ahora todo cambió. Esto me tiene fascinada, Juan lo llama caminar la casa. Lo mostramos en la pantalla de la computadora y claramente la gente camina su casa, vive el proyecto, lo internaliza. Adoro la profesión que elegí y sentir en la generación de Juan la continuidad y la superación es algo estupendo, no se puede pedir más”, asegura Mónica orgullosa, en referencia a los aportes que su hijo ha realizado a su experiencia profesional.

“Estos diez años juntos han sido para mí un placer porque tuve la enorme suerte de llegar a un lugar querido que después fue el espacio que me dejó desarrollarme. Tengo la suerte de tener un lugar que siento mío desde el primer día. El espacio que uno cedió para que el otro creciera es lo más importante”, asegura Juan. Su madre le devuelve la mirada: “Hay una admiración mutua muy grande. Me siento muy afortunada, yo tengo un techo generacional que se ha sorteado a través de Juan”.

Dos profesionales siguen caminando juntos, pisan fuerte. El menor reconoce el ADN materno y asume sus propios desafíos en constante interacción con quien le transmitió la pasión. Tienen empatía, reconocimiento mutuo y siguen alimentando una relación en permanente construcción.

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