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“Aprendimos que el mundo no es inocentemente rosa, ni definitivamente cruel; que la violencia y la muerte por razones políticas fueron situaciones duras que nos hicieron sentir zozobra, dolor y miedo, pero que sirven de experiencia para que nunca más vuelvan a suceder, y para forjarnos como sociedad en la defensa de la libertad a cualquier precio”. Juan Carlos Benedetti
Una historia de amor y compromiso, marcada por los sangrientos y turbulentos años ‘70. Dos jóvenes que juntos se abrían su propio camino en la vida. Olga Justiniano Pinto y Juan Carlos Benedetti, dos reconocidos riotercerenses, decidieron plasmar ese testimonio hasta ahora desconocido, en un libro que aporta una valiosa referencia histórica.
Olga y Juan Carlos son abogados. Él, exconcejal de la UCR y exjuez de los Tribunales locales.
“Memoria, pasión y encierro” (Tinta Libre Ediciones), resume en 100 páginas las peripecias vividas desde que se conocieron a mediados de 1974 en la provincia de Salta, con testimonios nunca antes expuestos. La historia se sitúa en esos años del gobierno de Isabel Perón, asolado por la guerrilla y la Triple A, dos bandos extremos que abrirían la puerta a la dictadura militar, y los primeros meses del gobierno militar de Videla.
Benedetti era un abogado recién recibido en la UNC, de 24 años, que eligió a la ciudad de Tartagal para ejercer la profesión, representando a personas detenidas por razones políticas. Su compromiso con la ley y la libertad, lo llevó por ese camino. Hasta que también fue “marcado” y se convirtió en un preso político por 69 días cuando estalló el golpe de estado.
En el libro detalla cómo su entones pareja Olga de 22, -a quien conoció y se enamoró en Salta- movió cielo y tierra para que lo liberaran. A ella le atribuye haberle salvado la vida. Nada menos.
“Yo no pertenecía orgánicamente a ningún partido, pero tenía opinión política”, cuenta Benedetti a TRIBUNA a pocos días del lanzamiento del libro. Señala que todo empezó cuando un grupo de trabajadores tomó la Municipalidad de Tartagal y junto a un escribano (actualmente desaparecido), lo buscaron para la defensa como abogado. “A partir de allí todos me venían a ver: que los habían detenido en una manifestación, que los habían metido presos protestando en una fábrica...Me convertí en defensor de presos políticos. Lo hacía porque lo sentía así”, señala.
La violencia política de aquellos años era increíble. “Se mataba a la gente como si nada. Todos los días aparecía en los diarios la noticia de algún crimen”, recuerda.
Su trabajo tuvo consecuencias muy rápidas. Benedetti sufrió el allanamiento de su estudio jurídico en Tartagal en varias oportunidades. “Un día dije ‘me voy’. Olga decidió acompañarme y nos fuimos por seis meses a Brasil”, relata. En San Paulo vendía planes de ahorro y hasta llegó a trabajar de playero en una estación de servicio para mantenerse. Su mujer estaba embarazada de Marcela, su primera hija. Luego decidieron regresar, se casaron en Bolivia, y se radicaron en la localidad de Pocitos, ubicada al límite con ese país. Pero el peligro no había pasado. Sus amigos se lo advertían. Benedetti seguía firme en su convicción, que defender a detenidos políticos no constituía ningún delito y era lo correcto. El golpe del 24 de marzo de 1976 fue el comienzo de la pesadilla. Fue inmediatamente detenido y encarcelado.
“Olga empezó a moverse para sacarme. Le golpeó la puerta a obispos, militares, abogados”, indica. Juan Carlos señala que no sufrió torturas físicas durante su cautiverio, pero sí psicológicas. Ese tipo de apremios eran diarios.
“Fue una heroína. A ella no le gusta que lo califique así, pero yo zafé porque ella se movió muy bien”, dice ahora ya jubilado y disfrutando de sus hijos y nietos.
Las autoridades militares decidieron finalmente liberarlo, y durante meses Olga le fue relatando todo el esfuerzo que realizó para lograrlo.
En el libro, sin ánimo de spoiliarlo, ambos lo relatan con lujo de detalles, en una apasionante cronología de sucesos: los interminables días en la celda, el compromiso de Olga y la decisión definitiva de la pareja de radicarse en Río Tercero en 1976, a sugerencia de los padres de Juan Carlos. La ciudad era pujante: el montaje de Petroquímica, la Central Nuclear, y una nueva planta en la Fábrica Militar, además de la construcción de centenares de viviendas y la profusa actividad comercial, marcaban un gran desarrollo y atractivo futuro económico. Juan Carlos volvía a sus orígenes. Olga debía adaptarse a la nueva vida, con su segundo hijo Gustavo en camino. Precisamente, Gustavo, abogado como sus padres, es autor de uno de los prólogos. El otro fue escrito por la profesora Ilda Piedrabuena.
Ya en Río Tercero, Benedetti se alejó de toda actividad política durante la dictadura. “Eran años muy peligrosos”, recuerda. Hasta que en 1983 llegó la democracia y se afilió a la UCR, iniciando otra historia en su vida. La familia se completó con la llegada de los otro hijos de la pareja: Carli, Fernando y Antonella.
“Decimos escribir el libro porque era algo que teníamos pendiente”. La historia solo la sabía un grupo de familiares, hasta que los hijos crecieron y ya adolescentes reclamaron conocerla en forma completa. “Se la contamos. Y escribimos ahora el libro como un aporte más a la memoria, para que nadie se olvide; con pasión porque así lo vivíamos Olga y yo. Y encierro... porque nos metieron adentro”, sostiene con algo de humor.
El libro puede conseguirse en las librerías Comercial, Elsa Ginés, Upa Libros y Café, o a través de la página web tintalibre.com.ar.
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