Es hijo de Río Tercero y contribuye a la paz en Chipre como capellán

Locales 27 de marzo de 2022 Por Tribuna
Guillermo Conti integra un contingente de Cascos Azules de la ONU en la isla europea.
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Guillermo Conti entregando la eucaristía en la misa al contingente de soldados argentinos

Son las 14 de un día de semana en Río Tercero y las 20 en la isla de Chipre. Del otro lado de la comunicación por Whats App está el riotercerense Guillermo Conti (50). El sacerdote católico es capellán del Ejército Argentino y se apresta a terminar la jornada en ese sitio ubicado en el Mar Mediterráneo, a 12 mil kilómetros de su Río Tercero natal y cinco horas de diferencia. 

Guillermo forma parte del contingente argentino de Cascos Azules de Naciones Unidas, desplegado para preservar la paz en ese territorio tensionado por un conflicto armado entre turcos y griegos. La isla está dividida en dos: el norte controlado por Turquía y el sur por Grecia: en el medio hay una zona desmilitarizada donde se encuentra la capital, Nicosia. La misión de nuestro país está allí desde 1995 con unos 260 efectivos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea que, junto a soldados de otros países, garantizan el cumplimiento del cese al fuego firmado por ambos bandos. Además de trabajar en tareas de logística humanitarias, puestos de observación y patrullajes.

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El padre Guillermo llegó el 11 febrero a cumplir su misión de seis meses, la tercera que realiza en Chipre. 

Su tarea es la contención espiritual del contingente, brindar los sacramentos católicos, celebrar misa y apoyar humanamente a quien lo requiera. Más allá de la vocación, para este grupo de militares no es fácil estar separados de las familias por tanto tiempo. Guillermo cuenta que ha llegado a celebrar casamientos en una de las bases argentinas.

Guillermo Conti egresó en los años ‘90 de la exEnet N°1, actual IPET 266 General Savio, y se inscribió en el Colegio Militar de la Nación para continuar sus estudios universitarios. En segundo año, decidió ingresar al seminario católico en San Rafael, Mendoza. Luego de  ocho años de estudio, fue ordenado sacerdote. Su primer destino fue como capellán del servicio penitenciario. Transferido luego a la Gendarmería y posteriormente al Ejército Argentino, donde actualmente cumple su misión como capellán del Colegio Militar, en Buenos Aires.

No es el primer destino de Guillermo fuera del continente: antes de Chipre estuvo destinado a una de las bases argentinas en la Antártida, una experiencia muy enriquecedora. 

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Con un viejo soldado, escribió Guillermo en su cuenta de Facebook

“El capellán recorre todas las bases, escucha y le da animo” a las tropas. “Es un servicio en el que uno está dispuesto las 24 horas, mayormente para escuchar y acompañar”, resume Conti. 

La idiosincrasia de nuestro país se vive todos los días en los cuarteles, en medio de dos culturas y religiones muy diferentes: la musulmana del norte, y la católica ortodoxa del sur. El escenario es muy distinto, pero las costumbres de nuestro país se mantienen entre los soldados. Las bases argentinas son como pequeñas embajadas, dice Conti. 

“Por más diferentes que seamos, hay que saber que podemos convivir todos”, reflexiona el sacerdote desde Chipre, a 12 mil kilómetros de 
Río Tercero.

“Tratar con culturas tan diversas” es muy enriquecedor, afirma Guillermo, al comentar que la mayor presencia de Cascos Azules es de origen británico, eslovaco y argentino, junto a otros escuadrones más chicos de Paraguay, Chile, Hungría, Rusia, entre otros. “Todos estamos para ayudar y colaborar para que esta isla se mantenga en paz. Nos relacionamos con gente tan diferente, que enriquece mucho”, subraya el sacerdote.

“No hay que olvidar que se trata de una isla, donde hubo una guerra y donde quedaron heridas con las que hay que lidiar y mediar”.

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“Por más diferentes que seamos, hay que saber que podemos convivir todos”, reflexiona.

Obviamente el conflicto bélico originado por Rusia con su invasión a Ucrania no pasa desapercibido. 

Ucrania no está demasiado lejos de Chipre. La separan dos mares, el Mediterráneo y el Negro, y la amplia geografía de Turquía. La nueva guerra está presente en la información diaria, pero es a la vez lejana para la cotidianidad de Chipre, con una larga historia de conflictos, propios y de sus vecinos.

El padre Guillermo está abocado a su trabajo religioso, pero sus vínculos con Río Tercero siguen siendo muy fuertes. Cada vez que puede regresa a visitar a sus padres varias veces al año, reconocidos docentes ya jubilados; y a sus amigos de la secundaria, en esos encuentros donde se vuelve, por un momento, a los mejores años de la adolescencia.

Los logros personales y comunitarios de Guillermo, son un valioso aporte de Río Tercero hacia el país y el mundo; talentos humanos que nos enorgullecen. 

Integran una extensa lista de profesionales, científicos, docentes y deportistas que Río Tercero exportó gracias a ese empujón de superación que la ciudad mantiene inalterable.

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El cartel que indica el ingreso a una de las bases de Argentina en Chipre

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