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Agro. Dejar atrás las cicatrices de nuestro atraso…

Los rendimientos no son los esperados. Si bien el balance en el cultivo de soja es alentador a la luz del cierre de la cosecha del ciclo 2023-2024, el maíz nos presenta un escenario complicado tras el avance del daño de la "chicharrita".

Locales 20/05/2024 Tribuna Tribuna
NOTA MARTINA AGRO

Raúl A. Martina
Ingeniero Agrónomo M.P. 1442
Asesor Fitosanitario Provincial

Los rendimientos no son los esperados. Si bien el balance en el cultivo de soja es alentador a la luz del cierre de la cosecha del ciclo 2023-2024, el maíz nos presenta un escenario complicado tras el avance del daño de la "chicharrita".

Frente a este panorama, cada sector productivo nacional, incluido el agropecuario, entiende claramente que para transformarnos en una alternativa competitiva a nivel internacional es imperioso bajar el riesgo país, el costo argentino de producir sin infraestructura acorde y reducir la presión fiscal. Palabras claves como esfuerzo, mérito, excelencia, competencia y eficiencia, equilibrio fiscal y reglas claras deben hacerse comunes en el diálogo de los argentinos que apuestan a salir de la dramática realidad que vivimos. No habrá solución duradera sin una profunda reconversión productiva para lograr competitividad.

El censurado modelo agroexportador, que en alguna época se intentó reemplazar desde lo ideológico por la sustitución de bienes finales, impulsando la industria liviana con créditos baratos y altísima protección arancelaria, en poco tiempo necesitó insumos y equipos importados. Aislarnos nos dejó al costado del camino, y para que esa tecnología ingresara, las fábricas montadas desde el Estado fueron incapaces de generar las divisas necesarias. Sin divisas y libre intercambio, fue imposible prosperar.

Por tanto, planteo nuevamente la discusión: ¿por qué no nos dedicamos a potenciar lo que hacemos bien, lo mejoramos y salimos a competir a nivel mundial? Argentina produce alimentos para 10 veces su propia población.

Sin profundizar demasiado y dejando de lado la controversia ideológica que nos paraliza, deberíamos estar activando la producción primaria de alimentos con regímenes libres de retenciones e impuestos regresivos y acoplar todo ese potencial al desarrollo agroalimentario. Es evidente que es imposible que el país crezca sin el ingreso de capitales, y para ello es clave el incentivo a los inversionistas.

El campo necesita que le saquen definitivamente los pies de encima. Los resultados económicos de la actual campaña indudablemente no son lo que esperábamos y la presión impositiva que el Estado impone al sector debería comenzar a aliviar las cargas. 

A diferencia de lo que ocurre en otros sistemas tributarios correctamente diseñados, en los cuales ante una reducción de los márgenes del contribuyente se reduce razonablemente la presión impositiva, el impuesto regresivo de las retenciones no se adapta a la condición que vive quien las paga. Mientras los productores en esta campaña sufrirán pérdidas aún no cuantificadas en el cultivo de maíz, eje de la alimentación pecuaria, los arrendatarios deberán amortiguar estas pérdidas en las sucesivas dos o tres campañas venideras con buenas lluvias y sin sobresaltos. El sector sabe que hay un socio de lentes oscuros que siempre cobra, sea cual sea el resultado: Don Estado.

Considero que, si dejamos de lado el debate intrascendente, nuevamente estamos frente a una oportunidad coyuntural de importancia. En nosotros estará la energía práctica de superar ciertos escollos y ponernos definitivamente de pie. A modo de cierre, recordar las expresiones del economista y académico estadounidense de origen judío, ganador del Nobel de Economía de 1976; Milton Friedman, cierra parte del ensayo que les comparto: "El papel del gobierno debe ser defender la ley y el orden, hacer cumplir los contratos privados, proteger la propiedad privada y promover mercados competitivos”. Balancear enfoques puede ser la clave para un desarrollo sostenible y competitivo.

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