Irma Sosa fue testigo de miles de historias que quedaron en frías actas del Registro Civil

Locales 30 de mayo de 2020 Por Tribuna
La jefa de la oficina pública local se jubiló tras 21 años en el cargo.
LOCALES Sosa

Detrás de los fríos datos de las actas del Registro Civil de Río Tercero se pueden vislumbrar las historias de miles de personas que habitaron y habitan esta ciudad. Muchas de ellas las conoce casi en detalle Irma Sosa (60), la mujer que durante 21 años fue jefa del Registro Civil local y quien, en medio de un suceso tan inesperado como una pandemia, se acaba de jubilar.

 “El balance que hago de mis años de trabajo es positivo. Guardo conmigo la satisfacción de haber podido resolver casos dificilísimos”, aseguró Irma y recordó especialmente cuando en el año 1994 la oficina logró documentar a un grupo de niños cuyos padres eran bolivianos y se habían asentado en un cortadero de ladrillos de la zona. “Creo que ese fue el despegue para poder resolver casos de este tipo”, aseguró.

 El trabajo que se realiza en un Registro Civil puede reducirse para el común de la gente a identificar, celebrar matrimonios o divorcios. Sin embargo, la tarea que se desarrolla en esta oficina  es tan variada que tiene que ver con la vida misma. “Cada uno de todos los casos que atendí en tantos años de trabajo tienen que ver con una historia personal. Siempre digo que el oficial público del Registro Civil debe tener, en primer lugar sentido de pertenencia porque si no se ama la tarea que se va a realizar no se puede hacer bien. Y otro de los requisitos es que la persona tenga una gran capacidad de escucha porque atrás de cada ciudadano que se presenta hay una historia familiar que hay que saber oír”, señaló respecto a su trabajo.

 Irma ingresó a cumplir tareas en el Municipio en 1977 luego de haber rendido un concurso. Toda su carrera en la administración pública la desarrolló en el Registro Civil. Fue, como ella asegura, su segundo hogar y al cual se dedicó de lleno.

 En 1991 firmó por primera vez como oficial público cuando Luis Camandone, por entonces jefe del Registro Civil, así lo autorizó. Dos años después, en 1993 y durante la primera intendencia de Carlos Rojo, Irma reemplazó en la jefatura de la oficina pública a Isabel de Vales. Estuvo en el cargo cuatro años y después de un receso de ocho años como jefa, volvió a ocupar ese puesto hasta la actualidad.
 En 42 años de trabajo prestó su oído a historias de vida dolorosas y frente a ello debió mostrar capacidad para escuchar, tender una mano y al mismo tiempo tuvo que abstraerse para poder resolver situaciones que tienen que ver con aspectos legales.

Sabe escuchar

 En cuatro décadas desarrollando tareas en la oficina del Registro Civil pasaron por sus manos infinidad de casos, pero Irma reconoció que los que más la conmovieron son aquellos que tuvieron que ver con reconocimientos de hijos.

 “Cuando un padre va a reconocer a un hijo, que puede haber nacido ayer o hace 20 años, va cargado con una historia, con sus emociones a flor de piel y hay que tener la sensibilidad para escucharlo el tiempo que sea necesario y luego buscar resolver el asunto de la mejor manera posible. La persona tiene que irse con la esperanza de que legalmente se hará todo lo que se pueda”, aseguró.

 De cambios fundamentales para la vida de los ciudadanos también fue testigo Irma. La ley de divorcio, la aparición de los documentos digitales, la realización de pasaportes en los Registro Civiles, la ley de identidad de género, la de matrimonio igualitario o las uniones convivenciales, son algunos de ellos. Todos implicaron cambios y desafíos. Exigieron que los oficiales públicos como Irma se capacitaran y los pusieron frente a nuevas historias de vida, esas de las que esta mujer puede contar de a montones.

El descanso

 Los horarios, la capacitación permanente, la necesidad de resolver problemas ligados a otras personas, ya no serán parte de la vida de Irma. Pero como se trata de una mujer inquieta el tiempo de descanso no será a pleno. Desde hace algunos años vende ropa de diseño, un emprendimiento que lleva adelante de una manera “relajada”. “Seguiré con esto porque me permite hacerlo tranquilamente, no me exige horarios”, admitió.
 Irma tiene cuatro hijos, tres viven con ella. Desde hace muchos años comparte la responsabilidad de llevar adelante su hogar y cumplir estrictamente con todo lo que le demandó su trabajo.

 “Siempre entendí que todos tenemos un ciclo en nuestra vida, el mío en el Registro ha  terminado, quiero descansar, pido a Dios que me de salud para poder viajar y hacer cosas que me gustan y que antes no pude porque tengo una familia numerosa y me he dedicado muchísimo al Registro también”, confió.
 “Me siento muy afortunada y siento mucho orgullo de haber trabajado en la Municipalidad. Pasaron cientos de compañeros de trabajo, autoridades y de todos y cada uno tengo un recuerdo muy bueno. Siempre trato de rescatar lo bueno de cada uno y espero que así hagan conmigo”, finalizó.

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