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Nívoli: a 40 años de su muerte la familia lo recuerda y la herida sigue abierta

Aunque muchas veces su viuda contó acerca de Mario Nívoli y cómo fueron sus últimos días en la Guerra, Graciela Álvarez habló de los sentimientos de ella y sus hijos frente a la pérdida.

Locales14/05/2022 Tribuna
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Graciela Álvarez, viuda de Mario Nívoli, junto a sus hijos en un homenaje realizado años atrás

El primer teniente Mario Víctor Nívoli es el único riotercerense caído en las Islas Malvinas, en la guerra de 1982. Este jueves se cumplieron 40 años de su muerte. En Río Tercero hubo un acto para recordarlo; su homenaje fue en esta ciudad en la que quiso descansaran sus restos.

“En una carta entregada a su albacea, Mario expresó su voluntad de que sus restos fueran traídos a Río Tercero, y sus restos éramos nosotros, por eso decidí vivir en esta ciudad, sentí un mandato, ese era el deseo de Mario y no me arrepiento de haber tenido esa luz para tomar la decisión”, resume Graciela Álvarez, viuda del militar.

Nívoli murió el 12 de mayo de 1982, en combate, tenía 28 años cuando su avión y su vida cayeron al mar. Ni sus restos ni su avión se recuperaron. Diego Hernán, el mayor de sus hijos, tenía entonces dos años y Mario César apenas 11 meses. 

La ausencia del marido y del padre marcaron a fuego a Graciela y sus hijos. Sin embargo, a 40 años de su partida, aunque el dolor permanezca, la vida les permite otras reflexiones.

En una extensa entrevista con TRIBUNA, fue ella quien se encargó de explicarlo.

-¿De qué manera se procesa la pérdida de un familiar del que no se tiene cuerpo?
    -Quizás para muchos es significativo tener un cuerpo. Pero en mi caso lo procesé en la manera de querer quedarme con el recuerdo de Mario vivo. El tema de que no haya tenido un cuerpo para velar o ir a visitar al cementerio no me ha afectado. Sí hemos solido ir adonde la tía de Mario había colocado una fotito en el cementerio, para el día del padre cuando los chicos eran pequeños o en algún aniversario de su fallecimiento. En esto también tiene mucho que ver mi madre quien una vez me dijo “Dios se vale de lo bueno” a propósito de la entrega de Mario y por eso le tocó a él. Y ella me dijo que no hubiese podido ver la escena de Dieguito queriendo ver en el cajón a su papá. Mirá qué inteligente mi madre, nunca me imaginé esa escena. Además considero que las cosas son como tienen que ser, no para mayor daño, sino al contrario, para poder acomodar este dolor. Me quedo con la imagen de Mario vivo, despidiéndose de nosotros, mirando el living con sus ojos llenos de lágrimas porque él ya sabía que había perdido compañeros de promoción y no me lo dijo, preservándonos. Creo que cuando él se fue no fui tan consciente, más lo fue Diego con dos años y dos meses, porque lloró mucho cuando se fue su papá aquel día.

-Cuando se casó con Mario ambos tenían 24 años. ¿En algún momento pensó que podía ir a la guerra?
    -Sí, la promoción de Mario fue muy castigada, entregó más de seis pilotos en la guerra de Malvinas. Además había habido accidentes antes en vuelo y otras circunstancias donde perdieron la vida compañeros de Mario. Él, personalmente había tenido un solo incidente antes de la guerra, que fue un día cuando se le trabó la calefacción del avión. Había salido a cumplir con horas de vuelo como piloto de combate y no podía regresar a la base si no gastaba cierta cantidad de  combustible porque de lo contrario el avión aterriza muy pesado. me enteré cuando regresó a casa. Se había quemado un poco el cuello con la hebilla del casco; fue un momento muy fuerte, lo esperaban los bomberos a la orilla de la pista porque no se sabía si el avión podía incendiarse.

-De alguna manera usted era consciente de los peligros que corría...
    -Toda mujer de militar sabe que va a vivir su vida de acá para allá, de mudanza en mudanza, que sus hijos van a cambiar de colegio y amigos permanentemente. Es un renunciamiento a cosas de la comodidad que muchos presuponen tenemos. Hay que acostumbrarse a las idas y venidas en la vida de un militar. Hay que amar mucho para poder unir tu vida a esa persona que vive para su profesión. Nunca se nos cruzó por la cabeza una guerra, éramos un país hasta ese momento pacífico, nadie pensaba que podía ocurrir una guerra.

Graciela

Graciela Ávarez, viuda de Mario Nívoli

-Sus hijos eran muy pequeños cuando Mario murió. ¿Cómo construyó una imagen de su padre? ¿Qué les contó?
    -Si hay algo que me duele en esta ausencia de Mario es el marido que me perdí pero por sobre todo el padre que se perdieron mis hijos. Mario era una persona muy humilde y es lo que les enseñé a mis hijos. El día que murió podría haber dicho que tenía una avería en el avión y pegar la vuelta y no seguir hacia el blanco, pero no lo hubiese hecho jamás porque no hubiese podido después mirar a sus hijos a los ojos. Él amaba su profesión. El último día que hablamos, aquel 9 de mayo, lo que más me repitió es “deciles a mis viejos que se queden tranquilos”. Pensaba mucho en sus padres, quizás por la confianza que me tenía de que si le pasaba algo yo iba a poder. Siempre digo que hice la escuela de aviación con Mario, nos pusimos de novio a los 17, en el último año del secundario, luego ingresó, en 1973, ingresó a la escuela de aviación y de alguna manera cursé con él, viví sus guardias, sus no venidas, viajes, muchas cosas, situaciones de su carrera. Entonces uno va acomodando la vida al lado de esta persona. Y siempre digo que yo amé tanto como Mario lo que él amaba. A mis hijos jamás les mostré el héroe de bronce. Siempre fue natural hablar de su papá. Diego veía una valija y pensaba que era su padre que había vuelto, fue muy fuerte tener que decirle que no. En un principio no lloraba frente de mis hijos hasta que alguien me dijo que mi hijo estaba extrañando mucho a su papá y me veía a mí fresca y no entendía nada. A veces los adultos nos equivocamos y subestimamos a los niños.

-¿Y sobre Malvinas qué les dijo a sus hijos?
    -La guerra es una porquería, toda guerra es una miseria humana y trae mucho dolor, pero era la profesión de mi marido y le pagaban para defender la Patria. No sé con qué palabras les habré explicado a mis hijos. Y una cosa curiosa es que el que más se interesó en esto fue Fernando, hijo de mi segundo matrimonio. Siempre me preguntaba cómo les había dicho a sus hermanos sobre la muerte de su padre. Lo que se mostró en Malvinas fue la valentía, los valores, los principios, el amor a la Patria que es también amar a la familia. Puedo entender (lo que sintieron) los profesionales que eligieron la carrera y un soldado conscripto que fue llevado (a la guerra), pero todos pusieron todo, era defender ese pedazo de tierra que nos enseñaron en el colegio que nos pertenecía y que estaba en otras manos. Esa convicción que abrazó Mario desde el primer momento, se les va metiendo en la cabeza a los soldados. Eso es lo que transmití a mis hijos.

¿Sus hijos abrazaron la causa Malvinas?
    -No, y creo que es una autodefensa que les respeto. Hace algunos años cuando les dije que les iba a pasar la posta en esto de Malvinas, Mario César, que es muy parecido a su padre en sus reacciones lógicas, me dijo que él no lo iba a hacer, que quienquiera saber del primer teniente Nívoli, de su acción, de su misión, no tiene más que entrar en Google. Nos ha costado mucho salir, la herida está, hay cicatriz pero en estas fechas comienza a sangrar nuevamente. Uno quiere acomodar las cargas, pero la emoción, el dolor se mezclan. No  estoy en una edad para enfrentarme a esta situación como antes y tampoco tengo porqué exigir que mis hijos lo hagan. Además tampoco quiero que mis nietos vivan este dolor. Tratamos de estar de pie y rendirle el homenaje a Mario como se merece pero no es fácil.    

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