El doctor Lopez, un “escéptico esperanzado”

Regionales 27 de julio de 2020 Por Tribuna
De Tancacha a la región. Siguiendo el legado de su padre como médico, dedicó la mayor parte de su vida a la salud pública y no solo comparte su experiencia sino también una visión crítica del sistema sanitario.
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Históricamente, sobre todo en las poblaciones más pequeñas, ser médico otorgó la posibilidad de tener un destacado rol social.
 Más allá de la importancia que supone tomar decisiones sobre la salud de las personas, las valoraciones o puntos de vista de un profesional sanitario, suelen retumbar en diferentes ámbitos.
 El doctor Raúl Lopez, elegido para representar a otro personaje de pueblo, parece consciente de eso.
 Anduvo mucho, desde sus primeras experiencias en Córdoba hasta su retiro “a medias” en Oliva, pero siempre eligió Tancacha para vivir.
 La última imagen suele ser la más fuerte dicen, será por eso que Lopez decide iniciar el repaso de su vida profesional, a partir de la incursión en la salud pública.
 Se recibió como médico en mayo de 1977 en la capital provincial, sus comienzos no fueron sencillos y hasta debió apelar a otros trabajos para solventarse, hasta que le llegó una oportunidad en el desierto de Catamarca,
donde por primera vez se sintió valorado, tal como describe su memoria.
 En ese contexto tan particular como atrapante, recibió de su padre, también reconocido médico de Tancacha, la invitación para volver a trabajar con él a su pueblo.
 Varios párrafos aparte podría merecer don Ignacio Lopez Volmaro, quien había llegado en 1946 a esta localidad para desempeñarse como médico clínico y obstetra.
 Raúl ya había acatado el mandato de un progenitor que lo imaginó como su precursor en la medicina desde que lo vio en la cuna, aseguran.
 Trabajaron juntos en una de las cuatro clínicas privadas que tenía Tancacha, desde mediados de la década del 80 hasta comienzos de la siguiente, cuando el emprendimiento se complicó económicamente.
 “Cuando tuve que empezar a poner de mi bolsillo me abrí de la sociedad”, recuerda, aunque también afirma que nunca dejó de atender una consulta porque no le pudieran pagar.
 Este complejo momento puede observarse a la distancia como bisagra en su vida profesional, porque le abrió la puerta a otra etapa.
 No parece azaroso que el protagonista de esta historia haya arrancado su relato por el año 1991 cuando comenzó a trabajar en el dispensario de General Fotheringham.
 Hasta allí llegó a través de un concurso público, “como debe ser aunque pocas veces ocurre y se designa a dedo”, apunta con su conocido apego a hablar sin demasiado filtro.
 Mientras atendía todas las patologías imaginables en este pequeño pueblo, algo que se extendería durante 25 años, comenzó a preparar la especialidad en salud mental, impulsado por su familia, reconoce.
 Desde sus primeros momentos como médico de guardia, recuerda su pasión por esa rama de la medicina y apunta al psiquiatra Héctor Seia, oriundo de Hernando, como su mentor, ya que casi sin conocerlo le abrió las
puertas de su consultorio para compartir conocimientos.
 Pero fue recién en 1999, incluso tras ser bochado el año antes, cuando logró rendir exitosamente su posgrado en psiquiatría.
 No tardó mucho en llegarle la oportunidad de trabajar en el “manicomio” de Oliva, como él mismo describe, haciéndose eco de la denominación popular hacia la Colonia Vidal Abal.
 Sin dejar de trabajar en Fother, ya que podía conjugar dos trabajos públicos, uno municipal y otro provincial, aclara; en la capital del departamento Tercero Arriba trabajó los últimos 16 años antes de jubilarse. Eso sí,
siempre viajando desde Tancacha.
 Transformar ese lugar en un hospital, es decir, un espacio donde los pacientes pudieran rehabilitarse o volver con sus familia, en vez de ser confinados por décadas, fue algo en lo que Lopez intentó colaborar durante
su experiencia allí.
 Entrar en detalles sobre el funcionamiento de este histórico centro de salud mental, demandaría una nota aparte y eso excede el propósito de esta sección.
 Río Tercero, Hernando, Morrison, Oncativo, son algunos de los lugares por donde también anduvo curando, según le apunta espontáneamente su memoria.

El presente
 Ya establecido nuevamente en Tancacha, su esencia le impidió quedarse quieto y continuó atendiendo en un consultorio aunque ad-honórem, aclara, por su condición de jubilado. Hasta la llegada de la pandemia aún asistía al Hospital local, dos veces por semana.
 Pero la charla con este “personaje de pueblo” no se limita al camino recorrido y también alcanza convicciones que transmite con esa seguridad que da la experiencia.
 Desde su lugar, siente que la salud mental ha estado siempre postergada dentro de un sistema sanitario que sigue cuestionando.
 “Se deberían crear equipos interdisciplinarios de tres a cuatro personas”, asegura. En esa dirección está pensando en algún proyecto para Tancacha. De todos observa que el déficit en ese sentido abarca a
diferentes especialidades. “Los médicos están muy solos y no dan a basto”, asegura, citando como ejemplo a Tancacha, que por su población debería tener unos 11 médicos, según recomendaciones de la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
Llegó a tener esa cantidad pero actualmente son menos de la mitad, precisa Lopez.
 Su crítica hacia lo que considera un sistema de salud “desincronizado” va más allá y afirma que cada uno debe definir la dicotomía entre “ser médico o empresario”.  En resumen, los avances de la medicina no fueron acompañados por un sistema acorde, según su punto de vista.

Por último, llegó la ineludible referencia a la pandemia y en ese sentido, reconociendo que la temática tiene muchas aristas, entiende que básicamente, la situación es producto de un “problema ecológico terminal”.
 A partir de este diagnóstico, está convencido que el ser humano y el animal tienen demasiados espacios en común y eso pone en riesgo a ambos, dando lugar a “zoonosis” como la actual.
 Al margen de esta postura crítica, prefiere definirse como un “escéptico esperanzado”.
 “He cosechado lo que sembré por la multitud de relaciones y creo haber logrado que me aprecien”, concluye este médico que llegó a ser un personaje de pueblo.

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