En un nuevo encuentro, los jóvenes radicales del llamado Grupo Tulumba, reafirmaron y profundizaron la nueva agenda que, entienden, el radicalismo provincial debe fijar para salir de su ostracismo. 

La reunión segunda desde su creación, fue en Alta Gracia. Allí, decenas de radicales sub 35 quienes desafían la conducción del centenario partido (integrada aún por los artífices de la contundente derrota electoral del 12 de mayo), avanzaron en discutir la nueva mirada que la UCR debe armonizar. Y las conclusiones de este grupo generacional fueron plasmadas en un primer documento.

De Río Tercero participaron seis dirigentes, cuyos nombres se mantienen en reserva, como el resto de quienes asistieron, cumpliendo así con una suerte de dogma autoimpuesto.

Es que el principal lema del Grupo es el anonimato. Así lo acordaron desde el primer día y lo reafirmaron en esta oportunidad. 

“Reunidos bajos estrictos estándares organizacionales vinculados con la privacidad del encuentro, la diversidad de representantes de los núcleos que lo componen, la escucha activa, el intercambio, la calidad de los disertantes y la ausencia total de fotografías para cuidar el espacio de las frecuentes ‘consultas’ que efectúan los dirigentes de mayores cuando la juventud decide reunirse bajo sus propios parámetros”, destacaron en el documento.

Así, los jóvenes plantearon, una vez más, la unidad radical, modernizar el partido y trabajar sobre la agenda de temas que plantea la sociedad. 

Esto es, “trabajar fuertemente por la unidad partidaria, la modernización de la estructura radical y la coordinación de acciones para atender la agenda que la sociedad marca como prioritaria vinculada al creciente narcotráfico, la pérdida de empleo y la creciente desigualdad, los servicios públicos, la ineficiente estructura del estado provincial, la agenda de género, la ampliación de derechos y el cambio de la matriz productiva de Córdoba”, según manifestaron.

Con tanto énfasis plantean ese nuevo rumbo, probablemente refundacional del radicalismo de Córdoba, que en el encuentro disertaron especialistas en medios de comunicación, analistas electorales y un tecnólogo, quien discutió acerca del “impacto de la agenda de la cuarta revolución industrial en la matriz productiva de la provincia”. 

“No hay margen para perder un cordobés más que quiera sumarse a cambiar la Provincia, la sociedad nos exige estar juntos y a la altura de las circunstancias”, concluyeron. Y enfatizaron: “Hay que cuidar a los jóvenes, estamos a disposición de la Juventud Radical para colaborar de manera solidaria sin exigir nada a cambio. Hay que generar la organización que permita que todos los procesos sean positivos para quienes deciden invertir tiempo y esfuerzo en la UCR”. 

Los “tulumbanos”, como ya se los conoce en la jerga radical, señalan que para volver a poner en pie al radicalismo es necesaria la participación de todos, siempre dentro del partido, destacando que “los correligionarios de mayor edad que los convocados son neurálgicos para que la cultura tulumbana contagie a un partido con fuertes problemas de ego y de articulación colectiva”. 

De este modo, plantearon el impulso de un “movimiento cultural” para impulsar una agenda de vanguardia, cuidando a los dirigentes con tracción electoral y experiencia. “La renovación generacional del radicalismo tiene que ser la síntesis de la experiencia de los mayores y la fuerza motora de los jóvenes. Siempre adentro del partido”.  

El desafío de los próximos días será sumar a más dirigentes, para comenzar a tratar temas que “parecen lejanos en la política de Córdoba”. 

El Grupo Tulumba surgió de una reunión de unos 50 jóvenes funcionarios y autoridades de la UCR, que se desarrolló en un campo de la localidad de Tulumba durante dos días 29 y 30 de noviembre. 

Preocupados por el rumbo del partido luego de la derrota del 12 de mayo en la provincia, comenzaron a discutir acciones para renovar el espacio, pero lo hicieron con un pacto de silencio, sin difundir nombres, ni fotos, ni detalles de lo charlado, a fin de comenzar a desterrar la sensación de internismo permanente que evidencia la UCR.