Llega agosto y con los vientos en el centro de la escena, se preparan un sinnúmero de cambios que van generando el anticipo del tiempo de las siembras que llegarán en la primavera. 

Agosto marca el inicio del cambio. No es simple casualidad que en este mes celebremos el día del ingeniero agrónomo y del médico veterinario; un 6 de agosto de 1959 fue instituido como “El día de la Enseñanza Agropecuaria”, en conmemoración del inicio de dictado de clases en la Escuela de Agronomía y Veterinaria de la Provincia de Buenos Aires; primera escuela de enseñanza agropecuaria fundada en 1883. 

Sin embrago, los acontecimientos propios de la política nacional actual me obligan a entregar algunas consideraciones respecto de la realidad que vivimos desde el sector. Los responsables de los desaciertos en materia económica buscan culpables fuera de sus propios “ponchos” ya que el saco no les cabe, y, nuevamente el productor es parte del “relato” desequilibrado que escuchamos día a día, mientras la paciencia de todos los sectores productivos está cerca del final. 

Los funcionarios distorsionan el análisis de situación y parten de una concepción equivocada cuando afirman que los productores agropecuarios no quieren vender su cosecha. Los datos son elocuentes: la liquidación de divisas, es decir “la venta de granos” por parte de los productores argentinos fue récord histórico en el semestre enero -julio de 2022 con un total de 22.309 millones de dólares: muy por encima de la liquidación de 21.176 millones de dólares para el mismo período en el ciclo 2021 y lejos de los 11.603 millones de dólares de 2020. En apenas dos años los productores del complejo sojero duplicaron el ingreso de divisas al país. 

La mayoría de los productores tranqueras adentro no están familiarizados con hacer depósitos en pesos que se ajusten por variación del dólar “híbrido”, solidario con cobertura, y los que conocen el sistema de indexación se hacen la siguiente pregunta: ¿confiaríamos depositar pesos en una cuenta bancaria con la promesa de indexación en un escenario de alta incertidumbre y con ausencia de reglas de juego claras? La respuesta es sencilla: “Los pesos queman en las manos de cualquier argentino y nadie los quiere tener” por este motivo el productor que ya liquidó y arregló sus compromisos no vende la soja, ya que almacenada es resguardo frente a tanto desconcierto. 

El campo siempre va a ser parte de la solución de los problemas que tiene el país, nunca una traba, por el contrario, siete de cada diez dólares o divisas que ingresan al país se originan en el campo.

Si tenemos en cuenta el contexto global; el crecimiento económico de China y los países del sudeste asiático; la expansión en la demanda por biocombustibles; la invasión de Rusia a Ucrania, dos países claves en el mercado mundial; nos señala que Argentina por su potencial, debe mantenerse a la altura de semejante desafío ya que no son muchos los países con posibilidades ciertas de producir granos y carnes como los nuestros. Lamentablemente, un gobierno como el actual que lleva adelante políticas de intervención de mercado y distorsiona la relación cambiaria solo nos ubica en un escenario de estancamiento y el sector agropecuario no es ajeno a ello. Podríamos vencer la barrera de los 130 millones de toneladas con mayor apertura hacia el mundo y el ingreso de mucha más biotecnología e intercambio de ideas y negocios. La desconfianza retrae y solo nos atrinchera a la espera de cambios serios, concisos y claros. 

Para cerrar mi columna voy a citar la expresión de una idea sobre las cosas del campo, escrita por un amante defensor de la naturaleza y creador de nuestra bandera nacional, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano: “La agricultura es el verdadero destino del hombre”.