Mariana Mazú y un ecléctico álbum de tango con el que no se puede ser indiferente

Artes y Espectaculos 22 de enero de 2022 Por Tribuna
Columna de Maxi Carranza.
ARTES Mazú

Soy Licenciada en Psicología, psicoanalista y cantante. Hija de padre cantor, me crié en O´Higgins (un pueblo de mil habitantes ubicado en la provincia de Buenos Aires), dentro de un hogar lleno de música, con una fuerte impronta del tango y las visitas del reconocido bandoneonista y cantor Rubén Juárez, quien era amigo de mi papá. Durante mi niñez y de un modo lúdico, comencé a cantar mis primeros tangos y canciones”.  

Esta  carta de presentación en primera persona fue tomada del sitio oficial de la cantante Mariana Mazú, ganadora de un Premio Gardel 2021 en la categoría Mejor álbum artista de tango. El material fue su debut discográfico y estuvo producido por Acho Estol (La Chicana), con un repertorio ecléctico que incluye clásicos del tango, la música latina y el rock nacional. Dentro de estos últimos se encuentran “11 y 6” (Fito Páez) y “Costumbres Argentinas” (Andrés Calamaro) versionados en otros estilos. 

En contacto exclusivo con TRIBUNA, la cantora habló de su presente artístico y de esta época pandémica que la tuvo en el frente de batalla por su trabajo en salud mental.

La bella indiferencia 
A priori, cualquiera podría pensar que el nombre del disco está tomado de una canción del repertorio. Hasta podría ser, perfectamente,  el título de un desgarrador bolero que hable de un amor imposible. La realidad indica que, en este caso, se trata  de un término psicoanalítico acuñado por el neurólogo francés Pierre Janet. La bella indiferencia es un mecanismo de defensa que niega los problemas aparentando que todo está bien, cuando sucede todo lo contrario. Esta actitud además, conecta con el tema “La negadora” (Victoria Morán), el primero del disco, que habla precisamente de eso: negar o no enfrentar las situaciones que generan dolor o enojo. 

Otro aspecto destacado de “La negadora” es su videoclip, con la actuación de Mariana Mazú (negadora adulta), su hija Morena (negadora adolescente) y la inclusión  de una psicoanalista amiga que hace de ella misma en la filmación. Consultada por este medio, la cantora reconoce que le costó bastante tiempo dar con el nombre del álbum. La revelación aconteció hablando sobre un caso con una colega en el Hospital, cuando mencionó el recurso de la bella indiferencia. En medio de aquella conversación, supo de inmediato que ese concepto era el indicado para titular el disco y  representar su esencia.

Lo que se hereda
El padre de Mariana Mazú fue un cantor profesional, que bajo el seudónimo de Santander grabó un par de discos y realizó giras por Brasil (ganando un concurso) y España. Cuando se casó dejó el mundo de la música, aunque la guitarra siempre estaba a mano para despuntar la pasión por el canto. Si bien había tenido un perfil melódico, Santander –alias el Turco- comenzó a interpretar tangos con su familia y amigos. Ese fue el ambiente en el que creció Mariana Mazú, compartiendo tertulias interminables con canciones de todo tipo. La vocalista lo recuerda de la siguiente manera: “Era un artista con todas las letras y de mucho carisma. Cuando falleció en 2013 fue un punto de inflexión en mi vida. En ese momento decidí que tenía que hacer mi carrera en la música, que estaba en un plano secundario porque tenía otras prioridades. Fue mi modo de elaborar el duelo. Al momento de ganar el Premio Gardel, pensé en lo orgulloso que hubiera estado”, señaló la cantora. 

En el álbum La bella indiferencia, hay un par de tangos clásicos como “Sin lágrimas” (Charlo y José María Contursi) y “Tormenta” (Enrique Santos Discépolo), que Mazú solía entonar con su papá, allá en su O´Higgins natal. En ambos casos, los músicos que grabaron fueron Mateo Castiello (guitarra) y Patricio Cotella (piano). También se sumaron en el repertorio Alejandro Montaldo, Carolina Rodríguez, Agustín Barbieri, Violeta García, Morena Canji y  Luis Locatelli. 

Repertorio indiferente, disco indiferente
Mariana Mazú se recibió de psicóloga en la Universidad de Buenas Aires y se formó como profesional en el Hospital Borda, donde trabajó varios años. En este nosocomio vio en vivo al grupo La Chicana, en uno de los clásicos festivales solidarios que se realizan todos los años en el lugar. En el show no se pudo aguantar y subió a cantar, sin sacarse el guardapolvo, “Romance de barrio” con esta formación. Con el paso del tiempo, Acho Estol, miembro fundador de La Chicana, terminó siendo el productor y figura clave de su primer material discográfico. El álbum se presentó en Café Vinilo de Capital Federal,  en marzo de 2020, cinco días antes de declararse la primera cuarentena obligatoria. La pandemia además frenó una gira por Europa que ahora tendrá su revancha, ya que Mazú hará el Yunta Tour 2022 el mes que viene, en compañía del guitarrista Leo Andersen. Con este músico harán un streaming el próximo 2 de febrero, con modalidad a la gorra virtual, donde mostraran el repertorio del viaje a los países europeos.

Cajita de música
Las canciones que componen La bella indiferencia representan la cajita de música o banda sonora de la vida de Mariana Mazú. Por eso conviven armónicamente títulos de Joaquín Sabina (“Calle melancolía”), Selena (“Como una flor”), Enrique Santos Discépolo (“Tormenta”), Fito Páez (“11 y 6”) y el Andrés Calamaro de Los Abuelos de la Nada (“Costumbres argentinas”). En el caso del tema del rosarino está convertido en un vals y el de Calamaro se transformó en un fox trot. Un punto alto del material es “Nos tenemos que ir” (Acho Estol), donde se luce la voz del invitado “Cucuza” Castiello, el tanguero más rockero de la escena porteña. No queda ahí el vínculo con la familia Castiello, ya que Mateo –hijo de Cucuza- es el guitarrista que tocó en el álbum y uno de los que acompaña en vivo a la cantante de O´Higgins. 

Retomando la pandemia, la cuarentena detuvo la difusión del disco pero incrementó el trabajo de Mazú como psicoanalista en la salud pública: “El ser humano es lento para aprender y nos cuesta bastante ponernos en el lugar del otro. No es sencillo dejar de mirarse el ombligo y observar lo que le pasa al del lado en esta especie de novela neurótica. La pandemia puso en evidencia también otras cuestiones de las que no se habló mucho, como la violencia familiar”, señaló la psicóloga.
 
Música en familia
“La música me atravesó toda la vida”, comenta Mazú a este medio. No solo su padre era un cantor sino que sus hijos siguen el mismo camino. En el canal de Youtube de la artista pueden verse videos caseros cantando con sus hijos Morena (voz) y Joaquín (teclados), quienes además son invitados permanentes en los shows: “No los presiono para que vengan a cantar conmigo. Si quieren lo hacen, Joaquín está haciendo la carrera de música y es un sueño compartir con ellos”. 

En cuanto a participaciones con colegas, la cantora figura como invitada del disco solista de Alejandro Guyot (su primer profesor de canto) y también hizo coros –con su hija Morena- en una versión de un tema de Leonard Cohen que grabó Víctor Heredia. En cuanto a su estreno discográfico, es imposible permanecer indiferente a esta obra de una cantante que se prometió a sí misma dedicarse a la música y lo cumplió con creces.

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