Aunque en Río Tercero solo fue denunciado un solo hecho, las alarmas se encendieron. El robo de cubiertas es un delito en auge en las grandes ciudades, principalmente debido al alto costo que tienen.

El damnificado esta vez fue un joven, quien había dejado estacionado su VW Bora, en la calle Río Segundo, en barrio Sarmiento. Cuando después de varias horas salió a buscar su auto, se encontró que ya no tenía las ruedas, se las habían robado a las cuatro.

Las ruedas son como el pasacasetes en los años noventa: lo más robado en la calle y lo más comprado en el mercado negro.

“Antes era algo muy anormal que robaran una rueda. Te llevaban el estéreo o el auto completo”, dice un productor de seguros de la ciudad. “Si bien en Río Tercero no es algo común, ya comenzaron a ocurrir este tipo de hechos y mayormente se suelen robar los auxilios”, indica.

Le puede tocar a cualquiera, el auto de un hijo, que le pone todo su sueldo encima, y cuando lo ves no te cierran los números; en el remis que pasa por cada mañana por la casa del vecino para llevarlo al trabajo; en el taxi que ltoma una piba joven cuando es tarde y no quiere andar sola de noche.

Ocurre que robar ruedas es rentable por estas épocas y además es un delito que tiene una condena inferior a la del robo de un auto completo. Se trata de un hurto que se castiga con un mes o dos años de prisión (a partir de los tres años la pena es efectiva) y es excarcelable.

Quienes conocen sobre este delito aseguran que los ladrones que se dedican a robar neumáticos están “aceitados” en lo que hacen. Por lo general se mueven en autos legales, pero muchas veces con patentes adulteradas. Llegan al lugar, se ponen a la altura del auto elegido y hacen el trabajo en pocos minutos, mirando hacia la casa que está frente al coche, ya que habitualmente es el hogar del dueño al que le robarán.