Escuchar al niño

Locales 26 de julio de 2021 Por Tribuna
Columna de opinión de Carlos Pajtman*
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Es frecuente que llegue a la consulta jurídica en materia de relaciones de familia, esa pregunta: “¿Se hace lo que el niño diga? ¿El decide que quiere?

La primera respuesta es si. Inmediatamente viene la coma y el “pero”, no es lo mismo un niño o niña de 3 años que uno de 14.

Igualmente pienso que los padres, habitualmente tratamos (o debiéramos) de hacer lo que los niños y niñas necesitan, y eso no esta tan lejos de lo que los niños y niñas quieren y piden.

Podríamos hablar de muchas aristas que tiene esta cuestión, pero basta remitir al tratado Internacional de los Derechos del Niño. Para que se comience a comprender y se pueda saber, vamos a tomar solo un tema cercano y es lo que en derecho llamamos “autonomía progresiva”.

Esta autonomía progresiva se vincula a crecer, y tiene que ver con eso de “no es lo mismo con 3 años que con 14”, porque la implicancia es que a medida que el niño o niña va desarrollando sus aptitudes psicológicas, físicas va adquiriendo nuevas habilidades, seguridades y capacidades para decidir cada vez más cantidad de situaciones sin necesidad que otro decida sobre sus derechos.

Ese desarrollo implica necesariamente que las leyes que dicen que los niños y niñas son representados por sus padres vayan flexibilizándose en el sentido de que paulatinamente se ejerzan derechos, para que cuando lleguen a los 18 años, ya puedan asumir todas su responsabilidades.

Es decir que la autonomía progresiva concluye en capacidad progresiva como implicancia necesaria del crecimiento.

El refranero popular africano  dice que para criar un niño hace falta un pueblo, pues bien ese pueblo y, arrancando por los padres, debe saber oírlo, escucharlo y amarlo. Claro que hay cosas que un niño o adolescente no puede “aun” hacer, y tiene que oír de sus pares y de sus padres lo motivos. Los que vivimos la generación del “NO y PUNTO”, sabemos que nos hubiera venido bien una explicación, que después y a veces trágicamente, la vida se encargó de enseñarnos. Lo que quiere hoy la ley, y por eso las facultades legales de autodeterminación de los niños, en la medida que adquieran las competencias necesarias, es un adelanto en las relaciones parentales y de mejor desarrollo de los hombres y mujeres para el SIGLO XXI.

*Abogado M.P. 10-092

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