Argentina necesita pasar de la evocación a la acción

Información General 03 de agosto de 2020 Por Tribuna
*Por Javier Mignani
AGRO Mignani

Debo decir hoy que lo manifestado por el señor Santiago Kovadloff cuando nos invita a ser protagonistas de un momento “patrio en el sentido de responsabilidad y no de una mera evocación”, está más vigente que nunca. Nosotros los argentinos, ombligo del mundo, nunca vamos a resolver nuestros propios problemas, porque “pensamos” más de lo que hacemos. La evocación ha sido el eje del planeamiento político y la realidad ha sido totalmente distinta y ha dejado en descubierto la falta de acción y concreción de lo que evocaron. ¿Por qué digo esto?

Cristina Fernández de Kirchner estaba en plena campaña para una reelección que luego lograría y, para bajar la tensión y congraciarse un poco con el sector que estaba motorizando a la economía argentina, lanzó con bombos y platillos el Plan Estratégico Agroalimentario 2010-2020. En síntesis, ponía un horizonte de crecimiento exponencial para todas las actividades agroindustriales y le daba al campo un lugar central en el desarrollo económico.

La misma presidenta decía en el documento: “Si hacemos las cosas con este criterio de sumar y multiplicar, de innovar, de incorporar ciencia y tecnología, conocimiento, a un sector que ya tiene alto grado de competitividad y mucho valor agregado que genere empleo estable, en blanco, calificado y bien remunerado en la Argentina, este plan nos va a colocar en una posición muy buena en el concierto de las naciones”.

Y Julián Domínguez, entonces ministro de Agricultura Ganadería y Pesca de la Nación, afirmaba que en nuestra Patria había nacido “un nuevo capitalismo nacional que apuesta a producir más y mejor, que incorpora valor agregado en origen, que adopta nuevas tecnologías y que de la mano de la siembra directa, en este contexto, logró pasar de 68 millones a más de 100 millones de toneladas de cereales y oleaginosas”.

Con ese tono, el documento elaborado con la participación de cientos de investigadores, empresarios, funcionarios y miembros de instituciones públicas y privadas planteaba una serie de ambiciosos objetivos productivos para la década 2010-2020. Ahora, con las cartas sobre la mesa y una campaña 2020 ya jugada, llegó la hora de cotejar las expectativas con la realidad. 

¿Esto fue lo que evocó pero qué se hizo en materia productiva? El 18 de de noviembre de 2013, Ambito Financiero titulaba “Se perdieron ya 30.000 ganaderos”, por supuesto que no era que no sabían dónde estaban… se perdieron del sistema productivo por políticas nefastas para el campo producto de una rivalidad ideológica que hasta hoy está latente.

La crisis del sector lácteo tuvo su pico entre los años 2013 y 2014 por la intervención del gobierno kirchnerista cuando miles de tamberos decidieron abandonar la actividad que sus familias habían comenzado varias generaciones atrás. Analistas, productores y dirigentes rurales le recordaron a Cristina que la crisis del sector lácteo comenzó con el kirchnerismo: de 2003 a 2015 cerrraron 5.000 tambos.

Ni que hablar de las retenciones a los granos, que todavía están vigentes. Mauricio Macri presentó el programa Argentina Exporta, un plan oficial para triplicar las exportaciones de las pymes hasta llegar a los US$ 100 mil millones en 2023. El país necesita “más pymes, más emprendedores e incentivarlos”. “Creemos realmente en lo que podemos llegar a hacer, en su capacidad de innovar, de encontrar esos nichos, que nos va a permitir desarrollarnos”, dijo, tras una reunión privada con los dueños de siete pymes exportadoras, tres de la provincia de Buenos Aires y otras de Santa Fe, Córdoba, Salta y Catamarca. Esto es lo que evocó, pero ¿que se hizo en materia productiva?

El 24 de octubre de 2019, Ambito Financiero titulaba “Inversiones en la era Macri: chaparrón de dólares financieros, y garúa de divisas productivas”. Los analistas concuerdan en que la verdadera “lluvia” de inversiones durante la era Macri no fue productiva, como prometía y esperaba el Gobierno, sino que fue solo financiera (por las altas tasas de las Lebac), y para colmo de males, trajo consecuencias negativas. Esas inversiones no tuvieron un impacto directo en el nivel de actividad, porque no ensanchó la capacidad productiva del país, ni generó un crecimiento genuino, sino que por el contrario produjo un atraso cambiario que fue lo que desencadenó, entre muchas otras cosas, la crisis de 2018 y de 2019.

El diario Perfil, el 1 de diciembre de 2019 titulaba “El campo, desilusionado con Macri: ‘No fue lo que esperábamos’". El presidente de Coninagro cuestionó el modelo económico y consideró que "el problema fue encerrarse en un mercado financiero especulativo". No obstante, destacó algunos avances.

El diario BAEnegocios el 8 de diciembre del año pasado, titulaba “Fin de ciclo: La economía que deja Macri”… Pobreza, recesión, inflación récord, precarización laboral, megaendeudamiento, ajuste fiscal. La gestión de Mauricio Macri mostró desde sus primeros meses un sesgo neoliberal. Es decir, el recetario clásico, orientado hacia lo financiero y en detrimento de lo productivo.

La estructura económica de nuestro país no ha variado significativamente en relación con los años ’90. El capitalismo argentino se sigue basando en un modelo de negocios predatorio y con un sistema financiero más especializado en viabilizar operaciones especulativas que en apoyar la ampliación de capacidad productiva. Nuestra democracia necesita un cambio estructural que se apoye en un modelo productivo que permita un crecimiento sustentable, y a la vez, asegure y profundice la equidad distributiva. Eso solo será posible con la diversificación de la trama productiva.

La semana pasada, 42 entidades relacionadas al campo y a la producción de alimentos tomaron la iniciativa de confluir en un gran acuerdo y conformar lo que denominaron el Consejo Agroindustrial Argentino. El objetivo que se planteó fue el de impulsar proyectos que permitan alcanzar los 100.000 millones de dólares de exportaciones y crear 210.000 puestos de trabajo directos más otros 490.000 indirectos. Todo esto en el período 2020-2030.

Dentro del documento se establece que las propuestas concretas deberán estar listas en un plazo de 60 días con el fin de poder proponer el proyecto de ley ante el Congreso y que este pueda tratarlo este año.

La diferencia que radica aquí, es que la iniciativa proviene de entidades relacionadas a un sector en base a las actividades normales y habituales de acción y ejecución de tareas concernientes al rubro agrario. Actividades culturales de la tierra, recolección de frutos, transporte, industrialización y exportación de los mismos, son hechos concretos de un país en crecimiento. Si se logra realizar el proyecto responsablemente, y al proponerlo ante el Congreso se promulga en ley, estaríamos siendo protagonistas de una evocación necesaria para que nuestro país crezca como República y Nación. Esperemos que así sea.

*CPN Mat. Prof. 10-1016-1

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